Los que viajen adelante tendrán algunas diferencias jerárquicas. El conductor tendrá a su disposición butaca de regulación eléctrica (volante en altura y profundidad) con memorias, mientras que el acompañante podrá acomodarse, aunque solo longitudinalmente y a través de un mecanismo manual.

Atrás el espacio es bueno, aunque la plaza central, que también oficia de apoyabrazos, es algo más pequeña y rígida, más recomendable para un infante que para un adulto. La buena es que quien viaje atrás va a contar con dos puertos USB para cargar su dispositivo durante el viaje y salidas aire para climatizar el trayecto, además de una butaca que reclina en dos posiciones.

Los 172 CV pasan a ambos ejes a discreción, ya que mediante una tecla podemos elegir qué tracción queremos: FWD o AWD, únicamente a modo de bloqueo de alta. Nosotros elegimos desconectar la “doble” en ciudad y activarla cuando subimos a la ruta, o bien cuando salimos a algún camino accidentado como, por ejemplo, los que recorrimos durante la producción que ilustra este test.

En el apartado dinámico, este Equinox cumple sin problemas, aunque en el ámbito urbano sí sufre un poco con su configuración mexicana, que hace que estemos atentos al voladizo delantero en cunetas pronunciadas. Más allá de esta precaución, no tiene mayores sobresaltos gracias a un brazo trasero multibrazo, que le permite copiar las imperfecciones con soltura.

En ruta puede verse afectado por algún viento lateral (como todo SUV), pero nada que lo haga perder la línea, máxime teniendo en cuenta la cantidad de asistentes activos y pasivos de seguridad, incluyendo la alerta de cambio de carril, de colisión frontal, de peatón y cruce de tráfico trasero.