La habitabilidad es correcta para cinco personas de contextura promedio, y el equipamiento de primer nivel incluye un sistema multimedia que agrupa todas las funciones (algo molesto ya que para pasar de la radio a la climatización hay que apretar un botón para poder visualizar las opciones, y lo mismo para ver el navegador), y diferentes ayudas de seguridad, como el mantenimiento de carril, asistente de estacionamiento, cámara 360º, regulador de velocidad adaptativa con función Stop, y reconocimiento de carteles, entre otros elementos más tradicionales.

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Párrafo especial para el concepto I-Cockpit, que va más allá de una polémica posición de manejo con un volante de radio acotado que se ubica muy abajo, aunque nobleza obliga a decir que en el nuevo 3008 se mejoró bastante este aspecto y, por ejemplo, el aro ya no interfiere en la visión del panel de instrumentos (que es una pantalla digital totalmente configurable) si se ubica en lo más alto.

Lo interesante de este propulsor es que donde lo pongan rinde positivamente, y los 1.390 kilos de este 3008 no serán la excepción. Y, además, se marida de forma armoniosa con una caja automática de seis relaciones que pasa cambios de forma suave y ofrece modo manual a través de levas (algo pequeñas y cerca de los brazos de la columna de dirección, algo que entorpece su manipulación) para una conducción más deportiva, pero que no retiene la relación.

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Su conducción en ruta es placentera, con una buena aislación, y solo manifiesta alguna inclinación de carrocería en curvas veloces, aunque notamos un ESP extremadamente celoso, que además vuelve rápidamente a la acción por más que se desconecte. En lo que refiere a los frenos, se mostraron dentro de las distancias promedio del segmento, pero con un pedal de recorrido largo, y el ABS tiende a perder la línea.

En la ciudad, ni lomos ni badenes serán problemas, y las suspensiones, firmes, copian con soltura irregularidades pese a que la medida de los neumáticos no son las mejores para encarar cortes de calzada violentos.