El Sorento es un SUV de 4,80 metros de largo y 2,78 metros de distancia entre ejes, que logra alojar en un interior a cinco personas cómodamente, con una quinta plaza, perjudicada al no ser una butaca individual; el piso es plano, pese a tener tracción integral, lo que ayuda a acomodar los pies. Pero además ofrece la posibilidad de dos lugares extra en una tercera fila, que, después de sortear un acceso algo complicado, permite ubicar a un par de adultos de contextura acotada. Lo bueno es que todos tienen cinturones de tres puntos y apoyacabezas. Lógicamente el baúl, de apertura eléctrica, varía según la configuración, pero puede ser de escasos 320, buenos 605 o generosos 1.735 litros.

La calidad general es correcta, con plásticos blandos y buenos encastres, por lo que no percibimos grillos o quejidos prematuros, y eso que nuestra unidad contaba con 13.000 kilómetros y fue usada en múltiples acciones de la marca, donde sabemos que suele haber cierto maltrato.

Por último, las butacas delanteras son muy cómodas y la del conductor tienen regulación eléctrica (sin memorias), lo que, sumado a una columna de doble reglaje, hace que cualquier contextura humana encuentre una posición de manejo correcta.

Si bien el Sorento mantiene el motor que usaba en 2016, o sea un diésel 2.2 (CRDI), antes informaban una potencia de 197 CV, y ahora son 200 CV, con un buen torque de 45 kgm, que se mantiene estable entre las 1.750 y 2.750 rpm. La novedad más grande es su transmisión de ocho marchas (desarrollo de Kia) que reemplaza a la anterior de seis. Es de convertidor de par y funciona de manera casi imperceptible, con algo de patinamiento, pero nada grave. Ofrece modo manual desde la selectora (no tiene levas), en donde no retiene el cambio, pero anula el kick down.

A la hora de exigirlo, por un instante parece que el matrimonio no se lleva del todo bien, pero la sensación queda lapidada rápidamente, ya que una vez que los engranajes están conectados y entra en acción el turbo, el Sorento sale disparado (el 0-100 km/h lo completa en poco menos de 10 segundos y supera los 200 km/h de máxima).

En cuanto a consumos, la octava marcha lo relaja para viajar a 130 km/h reales a 2.000 rpm y tiene un consumo de 8,9 l/100 km. En ciudad, los casi 2.000 kilos le pasan factura y el gasto de combustible pasa a ser de 12,7 l/100 km. Pero con un tanque de 71 litros su autonomía es correcta.

Dinámicamente es un vehículo estable y gobernable en toda situación, aunque siempre nos vigila el ESP (que se puede desconectar completamente para algunas maniobras off road). Las suspensiones (ambas independientes) presentan un sano equilibrio para ofrecer un buen confort de marcha tanto en ruta como en ciudad, en donde copia irregularidades de forma agradable pero firme.

Antes contaba con dos modos de conducción y ahora son cuatro: Eco, Comfort, Sport y Smart, este último establece una serie de parámetros según el modo de conducción.

La tracción es integral “on demand” y se puede ver en el display del instrumental. El sistema se denomina Dynamax y en condiciones normales actúa como una tracción delantera, pero a medida que la superficie lo demanda puede mandar hasta un 40 por ciento del torque al eje posterior, algo que incluso lo beneficia en curvas. También tiene una tecla para bloquear 50/50, mientras no se superen los 40 km/h, si se anticipa que la cosa se va a poner peluda.

Si bien viene con bajos protegidos, el Sorento no tiene intenciones de hacer travesías, sus ángulos y tipo de rodado no son los adecuados, pero caminos de ripio o algún médano los podrá resolver sin problemas.