No le sobra nada

En el habitáculo reina la sobriedad, y todos los comandos están donde tienen que estar. La calidad de los materiales es buena; aunque todo es plástico rígido, está bien presentado y no escuchamos quejidos prematuros, mejor que algunos Mercosur.

La butaca es algo angosta, pero cómoda y con regulación en altura. Una lástima que el volante (multifunción y con una dirección eléctrica variable impecable) solo tenga reglaje en altura, lo que penaliza la posición de manejo. Otro aspecto positivo es cómo Hyundai logró aprovechar el espacio interior, cuatro adultos de 1,85 metros de altura entran bien, y el respaldo de las plazas posteriores tiene una inclinación notable. Crítica a la quinta plaza, algo angosta, pero con piso plano, que facilita la ubicación de los pies. Además, atrás tiene salida de aire posterior.

En cuanto al equipamiento de confort, recientemente agregó pantalla táctil de 7” y un sistema multimedia con Apple Car Play y Android Auto (allí se ven las imágenes de la cámara de retroceso, que se complementa con sensores traseros). Aunque no carece de nada elemental, tiene algunos faltantes como control de velocidad crucero, techo eléctrico, climatizador, navegador o one touch. En seguridad se destaca con control de estabilidad (de serie), asistente en pendiente, ganchos Isofix, airbag frontal, antiniebla delantero, un sistema de iluminación halógeno eficiente con luz de curva (y regulación manual) y buenos frenos, que lo detuvieron en menos de 40 metros en la prueba de 0-100 km/h, pese a tener tambor atrás. Por su valor podría tener más bolsas de aire o antiniebla trasero, pero la marca tuvo que hacer recortes para poder mantener un precio competitivo y no tributar el siguiente impuesto (conocido como “al lujo…” ¿?), lo que hubiera hecho que su precio fuese ridículo.

Mecánicamente se ofrece con un motor naftero 1.6 de 123 CV a 6.400 rpm, que en este caso se asocia a una transmisión automática de seis marchas. Se trata de un propulsor silencioso, agradable y lógico en cuanto a consumo en ruta, aunque la combinación con esta caja lo penaliza en el ámbito urbano.

Sus performances son domésticas y lo demuestra en los procesos de aceleración, y para encontrar repuesta hay que llevarlo enroscado, cerca de las 5.000 rpm. Nobleza obliga a destacar que pese a ser menos potente que algunos rivales tiene mejores registros que un Tracker con 17 CV más. La transmisión es de convertidor de par, y es de lo mejor en el segmento: rápida y con poco patinamiento. Incluso ofrece modo manual desde la selectora para “deportivizar” el manejo anulando el kick down, pero sin retención de marcha (al corte de inyección pasará a la siguiente).

Su comportamiento dinámico es muy bueno, con un chasis bien trabajado. Es dócil en el recto y dobla bien apoyado, con alguna ligera inclinación de carrocería por cuestiones de formato (SUV 100%). En viajes largos se agradece la buena aislación del habitáculo, y la visibilidad no tiene puntos grises.

Y en cuanto al confort de marcha, su mejor ámbito es la ciudad, con suspensiones y recorridos orientados al confort, únicamente transmite alguna sequedad en el eje posterior por tener un eje rígido.