Donde no hay diferencias entre hatch y sedán es en la distancia entre ejes, que por supuesto se mantiene inalterada en este refresh. Son 2,49 metros que se traducen en una habitabilidad correcta, aunque la plaza central es algo dura y un poco más angosta. La buena noticia es que cuenta con tres apoyacabezas (todos tipo coma) y misma cantidad de cinturones inerciales. Algunos detalles más para los que viajen allí: las contrapuertas carecen de portamapas, pero sí hay unos portaobjetos pequeños ubicados a los extremos. Algo es algo.

El puesto de mando no reviste demasiados cambios respecto de la generación anterior en términos arquitectónicos, aunque ahora, desde las versiones SE, está disponible el SYNC3.

Lo hace en una pantalla de 6,5” de buena respuesta táctil, comandos por voz (¿usted los usa?) y conectividad Android Auto y CarPlay, que permitirá replicar mapas (no tiene nativos) y, por ende, navegación. Un punto alto del modelo que sigue en línea con la idea de Ford de picar en punta en estos detalles. Su percepción de calidad es muy buena, aunque a la hora de rasgar los plásticos nos encontramos con materiales y encastres del promedio regional.

La posición de manejo es aceptable, ya que la butaca, de buena sujeción lateral y ergonomía, regula en altura, aunque el volante no lo hace en profundidad.

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El gran cambio en esta actualización pasa por la incorporación del Dragon 1.5 en reemplazo del Ti-VCT, aspirado, de 105 CV. Seguramente le suene la denominación ofidia, ya que debutó en la gama EcoSport: se trata de un impulsor de tres cilindros naftero que desarrolla 123 CV, es decir, un plus de 18 CV.Al poco rumoroso tricilíndrico lo acompaña una caja automática con convertidor de par de seis velocidades. Su funcionamiento es correcto y no manifestó patinamientos ni corcoveos. No nos gustó el modo secuencial, ubicado a un costado del selector y muy incómodo y poco intuitivo para utilizar. Una moda que no nos seduce para nada.

En términos dinámicos, está más comprometido a entregar confort para el día a día, aunque eso no implica un rolido excesivo a velocidades constantes, donde se siente a gusto. En ciudad la dirección eléctrica es un placer, sobre todo a la hora de maniobrar (con el plus de una cámara muy nítida), pero también hay que estar atento a los voladizos delanteros, que inesperadamente pueden rozar en una bocacalle pronunciada. En pocas palabras, un auto confortable que no se despeina a la hora de salir a la ruta. En esto tiene mucho que ver la incorporación de los controles de tracción y estabilidad, que vigilarán celosamente cualquier pérdida de trayectoria.

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