Por otra parte, el “nuevo” Tracker mejoró notablemente su equipamiento, especialmente en la versión LTZ +, que es la que evaluamos. En cuanto a confort, sumó dos elementos; en primer lugar, dispone del sistema OnStar, la plataforma de asistencia al conductor más moderna del país, que ofrece servicios las 24 horas del día, los 365 días del año, de diagnóstico vehicular, seguridad, emergencia, conectividad, navegación, y conserjería en tiempo real con tan solo tocar un botón. Y, además, cuenta con la última generación del sistema multimedia MyLink, que posee una pantalla de siete pulgadas y es compatible con Android Auto y Apple Car Play; a su vez, cuenta con entrada USB, Bluetooth, entrada auxiliar y reproduce MP3.

Los únicos faltantes dignos de nombrar son el navegador y los sensores de estacionamiento delanteros, ya que atrás tiene cámara.

No vamos a repetir ampliamente conceptos ya expresados. El repaso indica que su habitabilidad es buena, especialmente para cuatro, y su baúl tiene una capacidad justa. No por nada Chevrolet indica que es ideal para familias jóvenes. La posición de manejo, algo elevada, no es conflictiva, con doble regulación de butuca y volante, y mantiene una aislación que podría ser mejor.

En cuanto a seguridad, a los seis airbags, Isofix y control de estabilidad/tracción -que ya tenía el modelo desde antes– se le sumó una larga lista de mejoras. Incorpora diferentes alertas, como la de cambio de carril (da aviso, no corrige como el Cruze), de colisión frontal (visual y sonoro), de punto ciego (ilumina los espejos laterales cuando el sistema detecta un vehículo en movimiento en la zona ciega) y de cruce de tráfico trasero (aviso visual y sonoro que advierte que se acerca un vehículo mientras está en reversa). De esta manera, el Chevrolet puede jactarse de ser el SUV compacto más seguro, al menos en lo que respecta a seguridad activa.

Su comportamiento dinámico es correcto en ruta, con pocas inclinaciones al doblar, y es fácil de guiar en lo recto. En la ciudad copia irregularidades de manera firme pero agradable, y la dirección con asistencia hidráulica es pesada para este ámbito.

Donde todo sigue casi igual es el conjunto propulsor. Mantiene el motor natfero 1.8 de 140 CV asociado a la misma transmisión automática de seis marchas que antes, pero en lo que GM denomina su tercera generación, que presenta algunas mejoras que lo benefician en consumo y performance, aunque en la práctica la ganancia es prácticamente imperceptible.

El motor entrega 18,2 kgm recién a las 3.800 rpm, por lo que antes de ese registro se muestra algo abúlico, y obliga a la caja a estar constantemente rebajando en busca de reacción, lo que se hace algo molesto.

En cuanto a la transmisión, manifiesta un ligero patinamiento, pero es suave y rápida. Además, tiene un verdadero modo manual que retiene el cambio incluso al llegar al corte de inyección y anula el kick down. La mala es que la acción solo se realiza a través de un botón en la misma selectora, es más preferible un comando impulsor o levas al volante. Sus performances son lógicas, al igual que los consumos en ruta, solo elevado en ciudad por esto de la cantidad de rebajes que tiene que hacer en busca de agilidad.

La tracción es integral; se trata del único modelo junto al Jeep Renegade en combinar este tipo de tracción con caja automática. El sistema reparte de modo inteligente el envío de potencia a los ejes, lo que permite una pequeña licencia off road (tiene bajos protegidos). Pero los neumáticos ruteros no ayudarán en nada, de hecho en barro se empastan con facilidad y pondrán a prueba la pericia y suerte del conductor (que el único recurso con el que contará será apagar el control de estabilidad/tracción) para no terminar en la banquina. Mejor transitar por otro tipo de terrenos como ripio o arena… Allí se le puede sacar el jugo y divertirse con el Tracker.