En 2019, cuando viajar era parte de la vieja normalidad, Ford nos subió a un avión y nos llevó a San Pablo para anunciarnos “algo”. El hermetismo fue tal que hasta algunos minutos antes de la develación no sabíamos de qué se trataba la movida.

Y tenía cierta lógica: el desconcierto pasaba por que la marca tenía en el país una gama completa, con presencia (o previsión) en todos los segmentos y porque el/la protagonista tampoco se había presentado en Brasil. Una buena jugada de Ford, que logró mantener el suspenso más de lo que se acostumbra hoy en día, en época de celulares, paparazzi de aduana y agoreros.

Territory hizo su entrada y luego pudimos dialogar con el -ahora ex- presidente de Ford, Gabriel Lopez, aunque no soltó mucho más que lo que se vio en la presentación y en la mismísima Territory china (el SYNC todavía estaba en ese idioma) que pusieron en el escenario.

Exactamente un año después, tras una devaluación, la llegada de Kuga y en el contexto de una pandemia (vino flojo 2020 ¿no?), Ford puso segunda y presentó la Territory en su portafolio argentino. Unas semanas más tarde nos hicimos de una para contarte todo sobre el refuerzo de Ford para el segmento mediano de camionetas.

Look novedoso

La Territory tiene un “problema”. Es diferente a todo lo que ofrece Ford, en términos estéticos, en nuestro país. Inmediatamente buscamos relacionarla con EcoSport y seguidamente con Kuga algo que no es del todo justo ya que su linaje discurre entre Edge, Everest, Explorer y Expedition, toda una familia de modelos que para buena parte de los argentinos es desconocida.

Pero si seguimos revolviendo, también encontramos genes chinos. A esta altura ya debiste haber leido que Territory es fruto de una sinergia con JMC, un fabricante chino que tiene su propia versión (Yusheng S330), pero ese será problema del auto test de ellos.

“Nuestra” Territory (con acento en la “i”) tiene un look robusto, algo que -creo- no debe ser casualidad. Nos sentimos mirados (más que con Kuga me animaría a decir) y hasta nos hicieron las preguntas de rigor en los semáforos.

La vemos más guerrera que coqueta, y eso en un SUV suma. La parrilla es más pequeña a las de los Ford regionales, los LED le suman modernidad y toda la zona baja tiene un kit tipo fender (aunque de plástico) que termina de rematar un sector bien resuelto. De perfil, la línea de cintura es cultora del tiro alto y la tercera ventanilla es rectangular y exageradamente grande pero eso suma a la iluminación del interior y también al conjunto en general. Cromo, las barras portaequipajes y unas llantas multirrayo le dan un toque interesante al perfil.

Atrás, la reducida luneta (Ford se encargó de solucionar la visibilidad, tranquilos) y todo el combo dan como resultado un sector cargado que acentúa esa sensación de robustez: antinieblas trasero tipo F1, falsa doble salida de escape (ver Brevísimas), algunos cromados, ópticas rasgadas y el “TERRITORY” para disipar cualquier duda.

Habitabilidad e interior

Una vez que entramos al habitáculo nos encontramos con una muy buena presentación: plásticos correctos (pero rígidos), comandos tipo piano (también de calidad mejorable) y apliques tipo madera que jerarquizan. La posición de manejo es excelente y mucho de eso tiene que ver con las regulaciones eléctricas de la butaca del conductor (las dos delanteras tienen calefacción y ventilación) y la doble manual del volante que permite acomodarse al milímetro. El tablero es íntegramente digital cortesía de una pantalla de 10 pulgadas muy moderna, con torrentes de información y configurable al estilo PSA. De lo mejor del segmento, incluso por encima del de Kuga.

En el habitáculo hay buena cantidad de portaobjetos y la gaveta central tiene una importante profundidad para tirar todo ahí y olvidarse de acomodar las cosas. También nos gustó la calidad de los brazos que salen de la columna de dirección: buenos materiales y sólidos. Lo que no nos gustó fue la insonorización a altas velocidades, se escucha una turbulencia algo molesta.

Con 2,71 metros entre ejes, uno de los puntos altos del Territory es su habitabilidad. El espacio trasero para las piernas es muy bueno y las butacas se pueden reclinar para ir en una posición totalmente despreocupada y cómoda. De lo mejor del segmento.

Las cinco personas que se sumen al periplo van a contar con tres cinturones inerciales, mismo número de apoyacabezas (tipo coma), una plaza central apenas menos ergonómica (que oficia de apoyabrazos) y un baúl de buenos 420 litros. En caso de necesitar más espacio, la segunda hilera se rebate en tercios para acomodar algún bulto mayor o de proporciones diferentes.