Bajo el capot, un V6 biturbo se encarga de que la Raptor haga todo lo que se hace. O por lo menos lo genera, porque del proceso también participa una caja de 10 velocidades que puede llevarte en ciudad en cuarta a 1.000 y monedas RPM.

Todo está firmado por Ford Performance, con una puesta a punto que incluye amortiguadores Fox en ambos ejes desarrollados específicamente para que la pick up vaya por dunas o cuestas sin despeinarse e incluso, despegar siempre que se pueda: sí, la Raptor puede ir a los saltos tranquilamente.

Los Racing Shox ajustan la amortiguación de compresión en tiempo real y utilizan una tecnología de 9 etapas que funciona para amortiguar y endurecer el recorrido (33 cm adelante y 35 atrás) de la suspensión para que los amortiguadores no hagan tope. Además, carga en sus entrañas con un depósito extra de aceite para ayudar a mantener los amortiguadores en condiciones óptimas (y un protector para evitar daños durante las travesías).

En ciudad por supuesto que no se mosquea ante ningún bache ni cuneta, todo lo contrario, a diferencia de un auto “común”, nos podemos dar el lujo de apenas peinar el freno. Obviamente que ante esa situación o alguna irregularidad pronunciada repercute en el habitáculo con la sacudida típica de una pick up, pero es casi anecdótico. Por su ancho hay que estar atentos a los carriles (pese a tener el asistente activo) y cuando algún colectivo o camión se nos aproxima por el costado es imposible no mirar de reojo por lo cerca que quedan.

En ruta penaliza su elevado centro de gravedad si sopla algún viento cruzado pero nada para preocuparse, va súper plantada. Hay que tener cuidado cuando agarramos alguna curva a mediana o alta velocidad que por su porte, peso e inercia requiere un poco más de atención.

Además de la selección de tracción típica, podemos preparar a la pick up para el terreno que estemos por transitar. Está la posibilidad de elegir entre Baja (alta velocidad off road), Sport (mayor rendimiento), Weather (nieve o hielo), Mud/Sand (arena), Rock Crawl (trepada de rocas) y modo trailer, cortesía del Terrain Management Select, donde la gestión electrónica administra la entrega de torque, potencia y la transmisión para tener la mejor tracción posible. Ah, Baja no se trata de la 4×4 baja/low sino que es un homenaje a la conocida carrera que se corre en la costa oeste de Estados Unidos.

Huelga decir que no se inmuta ante ninguna adversidad. Ya la trompa, con el paragolpes “recortado” anuncia que puede trepar cualquier cosa y la parva de diferenciales permite mucha flexibilidad, y abajo está todo protegido para evitar cualquier contratiempo en alguna situación extrema.

Volvemos al motor. A diferencia de la Lariat, un V8 hecho y derecho, esta Raptor apela a un V6 más liviano y más eficiente, con dos turbos que se asocian para darle 456 CV. Con eficiente nos referimos a la fórmula, que enroca dos cilindros por dos turbos y entrega mayor potencia (+15%) con consumos similares y mejores prestaciones.

Para la transmisión no se guardaron nada: 10 velocidades. En su concepción se usaron materiales para ahorrar peso, un embrague unidireccional de alta velocidad para hacer más eficiente el paso de marchas y le metieron doble comando de secuencial: tipo gatillo (no nos convence) y dos hermosas levas de magnesio tras el volante (nos fascinan). El resultado es una caja que pasa casi desapercibida y que, como contábamos, puede llegar a cambios “altos”  a velocidades realmente bajas lo que obviamente repercute en el consumo. Y eso es una buena noticia.

Las sensaciones con el EcoBoost son embriagadoras: el sonido que produce cuando se acelera sólo invita a acelerarlo más y más, definitivamente una combinación ganadora y que le retribuye al cliente haberla elegido.

Las aceleraciones son mejores que en la V8, acusando 6,6 para el cero a cien contra los 7,4 de Lariat. En recuperaciones le saca un par de décimas (4,2 contra 4,4) y en el kilómetro es apenas más rápida (27,6 y 28,2).

Los consumos son elevados, pero eso es algo que no sorprende. A 100 pide casi 13 litros (más de lo que necesita un auto “normal” en el urbano) y a 130 promedia 16,8 litros, una brutalidad. En ciudad, aún en cuarentena y con el stop/start que siempre asiste (si el aire está prendido no apaga), la media fue de 19,2 litros “cada cien”.