Pasaron unos meses desde que manejamos la Fiat Strada Volcano (Ver prueba). Fuimos uno de los primeros medios en manejarla incluso antes de su presentación oficial, por lo que hubo que respetar un celoso embargo.

La expectativa fue grande: se trataba ni más ni menos que de la renovación íntegra de uno de los productos líderes de su segmento, que hacía 20 años no cambiaba de manera sustancial.

Seguro ya leíste todo lo vertido por Figueras en papel y web y te viste los videos y material complementario que subimos en la redes. Después de la full, Fiat, en una movida que celebramos, nos propuso manejar toda la gama. Así fue como nos hicimos de una Strada Endurance Cabina Plus, o, en criollo, la base de la oferta con cabina simple y el conocido motor de 85 CV. Estas son nuestras conclusiones tras varios días de uso.

Todo lo diferente

Lógicamente estamos ante la némesis de la Volcano. Buena parte de las virtudes de la más equipada y completa no están presentes en esta variante que está orientada a ser más un auto de logística de alguna PyME o profesional que sale a laburar todos los días a la calle. También puede ser el auto de fin de semana para quien practica algún deporte y necesita llevar el equipo o, lisa y llanamente, para el uso que le quieras dar.

Vamos a lo estético: cuando la veas venir la vas a identificar rápidamente: el ADN de la marca italiana, con los nuevos logos y parrillas vienen haciendo bien su trabajo. Lo raro va a ser si la vista es lateral, porque la silueta de cabina simple es algo que siempre llama la atención. Atrás, sin cambios, con el portón de look Toro (bueno, casi toda la Strada guarda reminiscencias con la pick up compacta) y apertura vertical tradicional.

El habitáculo aumentó en un 30% la cantidad de espacios de almacenamiento, que se traduce en hasta 15 litros de espacio. Son lugares especiales para teléfonos celulares, botellas, latas, billeteras y otros artículos personales, aunque en el día a día no terminan siendo muy profundos ni profusos.

Sigue la estructura general de lo que vimos en la full, pero con algunos cambios que principalmente se deben a lo que cambia en términos de equipamiento. Un vistazo general nos va a revelar que la pantalla táctil mutó a una simple, con un portaobjetos debajo (mejor forma de “llenar” el hueco para una pick up de trabajo, imposible), que las virtudes eléctricas dieron paso a unas mecánicas (espejos y vidrios) y que los cromados/grises dieron lugar a negros brillante. Además, la pantalla central del tablero es monocromática pero con buena info. En materia de calidad, la esperada para un vehículo mercosur, con plásticos mayoritariamente rígidos y una percepción general aceptable.

Ya que estamos hablando de qué tiene, hacemos un breve repaso de su dotación: ABS (con EBD), dos bolsas de aire, controles de tracción y estabilidad, ayuda arranque en pendiente, aire acondicionado (mejorado según Fiat) y comandos de radio al volante. Respecto del estéreo, conexión bluetooth y una toma de carga pero sin un soporte ad hoc (tipo Dockstation de Volkswagen o la “cunita” de Peugeot) que facilitaría mucho la tarea de quien se vale de sus mapas para navegar. La posición de manejo, aprobada “ahí”: solo el volante regula en altura, con lo cual vamos a tener que acoplarnos nosotros a la ergonomía que la marca propone y no al reves.

Pero, más allá de cualquier cosa -y aunque celebramos la incorporación de los controles activos de seguridad- nos resulta inadmisible la ausencia de sensores de estacionamiento, como mínimo, traseros, teniendo en cuenta que la visibilidad está reducida y que la caja obviamente cumple un rol protagónico en un vehículo de este tipo.

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