En lo que se refiere al equipamiento de serie de esta versión Progressive, pocos son los faltantes respecto del A250; por ejemplo, carece de techo solar. Entre los aspectos más destacables de la dotación de serie figuran el Dynamic Select, que permite optar por funciones de Confort, Sport y Eco, Parktronic, asiento del conductor de comando eléctrico y tres memorias (la del acompañante es manual), siete airbags y el exclusivo MBUX-Linguatronic con comprensión de lenguaje natural –que se activa al decir “Hola, Mercedes” y cumple distintas funciones–. Por su parte, el ordenador de a bordo es completo, pero a la vez poco intuitivo.

El volante es de buen “grip” y cuenta con levas, ya que el comando de la caja automática de siete marchas y doble embrague es el tradicional brazo a la derecha de la columna que equipa a varios modelos de la marca. Prefiero el selector al piso como en la mayoría de los autos, aunque debo aceptar que la posición frente al volante y los mandos es más que correcta. La visibilidad posterior está limitada por el tamaño de la luneta, y los pasajeros de las plazas traseras disponen de poca superficie vidriada por la altura de la cintura.

Las butacas son cómodas y el panel de instrumentos –tipo tablet apaisada– es de fácil lectura y ofrece múltiples posibilidades de información para el conductor.

En lo referente al confort de marcha, supera ampliamente al A250, de tendencia más deportiva pero algo rígida para circular por nuestra poco cuidada red vial. Las llantas de 17 pulgadas con neumáticos 205/55 le caen mejor que las de 18 con perfil más bajo. Esta característica del A200 no penaliza en forma notoria el comportamiento dinámico. Se manifiesta franco y dispuesto a cumplir las órdenes que se le imparten.