Adentro todo está bien, con materiales de buena calidad sin abundancia de blandos y detalles muy interesantes, tanto funcionales como estéticos. El ingreso es algo incómodo, pero una vez adentro el esqueleto se siente a gusto, con una butaca de muy agradable diseño y buena sujeción lateral, que regula en ambas direcciones (semieléctricamente), al igual que el volante.

La multimedia corre por cuenta de una pantalla de 7” con una interfaz algo anticuada pero con la posibilidad de emparejar el teléfono a través de Android Auto o Car Play para disponer de mapas y, por supuesto, todas las aplicaciones compatibles. A esa pantalla se le suma una de 4,2” color que brinda mucha información en el centro de un tablero de relojes analógicos.

Rodeando la selectora, una parva de buenas noticias: calefacción ¡y ventilación! de butacas y hasta de volante, un lujo para todas las estaciones.

Con 2,65 entre ejes, el Veloster es un auto con habitabilidad correcta para un adulto promedio, o para dos en realidad, ya que se trata de un 2+2 que no permite concesiones: posavasos y moldura plástica para dejar bien en claro sus intenciones. El acceso obviamente se realiza por el lado derecho, aunque la butaca del conductor permite rebatirse. Ah, los respaldos de los asientos delanteros están moldeados de tal manera que permiten ganar unos centímetros de piernas.

En los últimos días de diciembre fuimos invitados por Hyundai a Cariló para conocer las acciones de verano que, para cuando tenga esta revista en sus manos, ya estarán a todo vapor. Entre los anticipos estaba este mismo Veloster, del que nos hicimos ni bien puso un pie en la Ciudad.

Bajo el musculoso capot espera un 1.6 turbo para entrar en acción. Se trata de un impulsor de la familia Gamma que debutó en 2010 en el Accent y luego aterrizó en el Veloster de primera generación con 130 CV. Ahora lo hace con una turbina y algunos ajustes que elevan su potencia a 204 CV.

Con este plus, el Veloster firma 7,2 segundos en el cero a cien y recorre el kilómetro en 27 segundos y medio, cifras que se corresponden con la potencia. En cuanto a las sensaciones, el empuje y la adrenalina están garantizados.

Además cuenta con diferentes modos de manejo que priorizan ecología o performance dependiendo del que seleccionemos. Me gustó el Smart, que va cambiando el modo de acuerdo a los parámetros de conducción.

Otra que debuta aquí es la transmisión de 7 velocidades doble embrague. Su funcionamiento es correcto, y el embrague extra ayuda a que el pasaje de marchas sea más suave y rápido. Ah, tiene opción secuencial y levas al volante, por si le dan ganas de ir tirando cambios. Aprobada.

Lo mejor de este Veloster es que el boost de potencia y performance no se paga en el surtidor. Los consumos son terrenales y puede llegar a arañar los 10 en el ciclo urbano si las cosas se ponen muy ásperas, aunque siempre se movió dentro de 9.

Pese a sus rasgos deportivos, el Veloster se siente muy a gusto en el ámbito urbano. Con un esquema independiente trasero, el kammback puede calzarse el traje de “auto para todos los días” por la calibración, sorprendentemente confortable, por los acotados voladizos y porque, a pesar de tener 40 de perfil más 18 de llantas, se acomoda en el traqueteo urbano.