Adentro todo se conserva casi inalterado en esta variante (sí hay cambios en XL y XLS), y esas son buenas noticias porque se mantienen el SYNC3 y el tablero digital configurable y repleto de información (aunque con algunas pantallas pequeñas y confusas). Lo que esperamos con ansias a esta altura es una mejora en los plásticos, aunque todavía está lejos de ser norma en el segmento.

Pocas cosas le faltaban a la Ranger en cuanto a seguridad. Y esas pequeñas grietas las selló: la “chata” suma frenado autónomo con detección de peatones. Mediante una cámara puede distinguir “objetos válidos” desde 5 a 80 km/h, con lo cual si detecta un cruce inesperado alerta al conductor, precarga los frenos y eventualmente los aplica si el conductor no reacciona. Esto está pensado, además, para peatones.

Eso se suma al paquete existente con el que carga desde mediados de 2018, conformado por control de crucero adaptativo, asistente de cambio de carril, detector de fatiga, de precolisión y de luces altas.

Así canta bingo en la tarjeta de seguridad, con prácticamente todo lo que se le puede pedir a un vehículo en nuestro mercado en lo que respecta a ADAS. Y si de lo particular vamos a lo general y entendemos que se trata de una pick up mediana (¿se acuerdan de que hasta no hace mucho les pedíamos ESP?), el mérito es mayor.

Algo que no me quiero olvidar: el portón cuenta con un “suavizante” de apertura que hace que justamente no pese la tonelada que pueden cargar, generalmente, estos vehículos. Y usé “generalmente” porque esta Black admite 858 kg.

El bloque Puma de cinco cilindros y 3,2 litros se mantiene inalterado con 200 CV, aunque sí hubo cambios en el 2.2 (+10 CV). Está asociado a una caja tradicional de seis velocidades que trabaja correctamente, sin mayores patinamientos y en armonía con el Puma.

Los casi 48 kgm pueden ser aprovechados por las cuatro ruedas gracias al conocido sistema de tracción que permite 4×2 y 4×4 alta y baja (y bloqueo de diferencial) mediante un -curiosamente- pequeño selector. Poco para agregar sobre su desempeño en cifras (0-100 en 12 segundos) e incluso fuera del asfalto, donde no tiene mayores inconvenientes en atravesar lo que se ponga en su camino. Sí creemos que podría mejorar los 44 metros que se tomó para detenerse de 100 a 0 y los consumos en ciudad, en los que firmó promedios de 12.

En términos dinámicos validamos los cambios en la suspensión que pudimos comprobar en su lanzamiento en Mendoza: es más dócil y se lleva mejor con asfaltos en mal estado, cortes en el trazado o mismo un empedrado citadino. Todos escenarios que probablemente sean por los que transite la Ranger, y ni hablar de esta variante Black.