Esta Black Style se sienta en la cima de gama y mira a todas desde arriba aunque la realidad es que no engrosa significativamente la dotación que ya hemos visto y de la que ya hemos hablado innumerables veces.

Arrancamos por el confort. Desde lo macro, la experiencia día a día en la Amarok es espectacular, estás cómodo y vas a disfrutar el paseo, prácticamente no tiene faltantes en este apartado, aunque podemos pedirle acceso y arranque sin llave y, desde que la Frontier tiene techo, le podemos pedir a Volkswagen que empiece a considerarlo para la próxima generación.

La Black hace gala de tapizados de cuero, comandos al volante, regulación eléctrica y calefacción de butacas, espejos rebatibles y con desempañador, climatizador bizona, control de velocidad crucero, sensor de estacionamiento delantero y trasero con cámara, espejo fotocromático y sensor de lluvia, como lo más destacado.

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Pasemos al apartado de seguridad. Aquí las cosas no están tan bien como nos gustaría. Por tratarse de una de las referencias del segmento merecería más bolsas de aire (tiene cuatro) y ya es hora de que incorpore ADAS. A las limitadas bolsas la complementan los controles activos que te imaginas (estabilidad y tracción), de ascenso y descenso y faros antiniebla delanteros y traseros.

En pocas palabras, un equipamiento correcto, pero que parece no haber reaccionado ante el avance de la competencia. ¿Se lo estarán guardando para la Amarok II?