El Ford Focus es un exitoso modelo del segmento mediano, que incluso hoy en día todavía es extrañado por el público argentino a pesar de que fue discontinuado del catálogo hace más de cuatro años. Pero para aquellos fanáticos en esta oportunidad nos encontramos con una unidad ideal para aquellos que buscan un Focus de primera generación en estado inmaculado, principalmente debido a su bajo kilometraje.

Se trata de un Ford Focus de primera generación que pertenece a la primera serie que se comercializó en el país, aunque no tenemos forma de saber si es una unidad importada (los primeros Focus llegaron desde Europa) o nacional, ya que la producción en Pacheco inició a mediados del 2000.

Sobre esta unidad en particular es una versión full también llamada Ghia, que se ofrecía en aquel momento con carrocería hatch o sedán, siendo en este caso un ejemplar tricuerpo. Lo que más llama la atención y sorprende, además del estado de conservación que demuestran las imágenes, es el kilometraje anunciado en la publicación: 38.200 kilómetros, que teniendo en cuenta las condiciones del interior y la carrocería, parecen reales.

No hay información en la descripción de la publicación que explique por qué un auto con más de 20 años tiene un kilometraje tan bajo. El vendedor, Jorge, anuncia que el Focus tiene dos cubiertas nuevas, el service recién hecho y la VTV (Verificación Técnica Vehicular) al día.

Bajo el capot, este Ford Focus incorpora quizás la motorización más interesante que ofrecía el modelo en aquel entonces. Se trata de un 1.8 turbodiésel de cuatro cilindros con inyección directa y 90 CV, acoplado a una caja manual de cinco velocidades. Un motor que según registros de la época se comportaba de manera progresiva y con un destacado nivel de insonorización, ya que estaba muy bien aislado del habitáculo.

Algo curioso del Ford Focus de esta serie y que era bastante común en otros modelos tenía que ver con el equipamiento a la hora de analizar la misma versión pero con motor naftero y diésel. Así las cosas, el Ghia TD perdía frente al naftero la computadora de a bordo, los frenos ABS, los discos traseros y el comando satelital del equipo de audio.

Más allá de eso, la dotación estaba a la altura de sus rivales (Astra, 306, Megane) e incluía la presencia de doble airbag, cuatro levantavidrios y espejos eléctricos, apertura de puertas a distancia y llantas de aleación.

Como no podía ser de otra manera, nuestro director Carlos Figueras realizó en el año 2000 la prueba del Ford Focus Ghia TDI (en aquel momento a una unidad importada de Alemania) y en esa oportunidad destacaba como puntos a favor el comportamiento dinámico (un sello distintivo de todos los Focus), la insonorización del motor, el nivel de terminación, las recuperaciones y la capacidad de baúl, que en el sedán de primera generación era de 430 litros.

Por el lado de las contras, un consumo “algo elevado”, ya que en comparación con sus competidores directos los valores obtenidos eran más altos, la falta de frenos con ABS, el tacto de la palanca de cambios, con un recorrido extenso pero precisa y de conexión rápida para las marchas, la altura del asiento trasero y por último el accionamiento de algunos comandos, como por ejemplo la tan criticada apertura del capot desde la parrilla, un clásico del Focus de primera y segunda generación.