En cuanto al equipamiento de serie, en esta versión full (Highline) comprende luces diurnas, sensor de lluvia y de estacionamiento adelante y atrás, cámara de marcha atrás, control de crucero, ordenador multifunción con pantalla táctil que brinda completa información que se puede configurar a gusto, climatizador automático de una vía, airbags frontales y laterales delanteros, control de tracción y estabilidad desconectables y arranque a botón Start-Stop, entre lo más destacable. A esta lista se suma el denominado asistente Watson by IBM, que puede brindar información al conductor y responder preguntas sobre características del vehículo.

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Las suspensiones se muestran equilibradas, ya que ofrecen un adecuado confort de marcha en ciudad sin penalizar la conducta dinámica del Virtus en ruta –un rubro donde supera a algunos de sus rivales–. La posición de manejo es correcta, la butaca del conductor regula en altura –no así la del acompañante–, y el volante multifunción con levas al volante dispone de doble reglaje. Atrás hay espacio, incluso para los de estatura superior a 1,80 metros. Buena nota para la insonorización y el instrumental, que puede configurarse de distintas formas de acuerdo a la información que se requiera.

En prestaciones llegamos a un punto donde el Virtus muestra limitaciones. Hubiese merecido el 1.4 turbo del Golf (150 CV), pero los costos mandan y el precio final se hubiese elevado considerablemente. Por lo tanto, debe conformarse con el 1.6/16v de solo 110 CV. Necesita 13 segundos para llegar a 100 km/h. Respecto de la velocidad máxima declarada, reitero lo comentado en el test del Polo: la ficha de los brasileños indica ¡189 km/h!, valor absolutamente fantasioso considerando la potencia. Es en consumo donde el motor se muestra austero: 7,2 litros/100 km a 130 km/h constantes lo llevan hasta Córdoba sin reabastecerse. En cuanto al uso rutero, verificamos que en unos 300 kilómetros recorridos a velocidades legales (en ocasiones no tanto…), el promedio no llegó a los 8 litros.

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En ciudad se muestra ágil debido a que la Tiptronic automática de seis marchas está bien relacionada para el tránsito urbano, con una respuesta más que adecuada. Pero, a medida que trepa la aguja del velocímetro, se va notando cierto letargo para llegar a velocidades superiores a los 130 km/h.

Mención aparte para la eficiencia de los frenos, con distancias dignas de un deportivo de alta gama. 38 metros son suficientes para detenerlo a 100 km/h. El Virtus es el tercer caso, en los últimos meses (antes Fiat Tipo y Cronos), de autos con frenos traseros de campana que registran distancias inferiores a los que cuentan con cuatro discos. Si alguien tiene una explicación con respaldo técnico, soy todo oídos.

En relación con su desempeño dinámico se mostró neutral, con buena respuesta a los llamados de la dirección y correcta tracción. En síntesis, va por donde el conductor manda y sin vicios ni pérdidas de trayectoria. Lo mismo vale para la estabilidad direccional, que se manifestó prácticamente inmune a vientos laterales de cierta intensidad.