Puertas adentro la diferencia es abismal si nos encuadramos en el diseño y presentación. El golcito exhibe una plancha fiel al estilo VW: sobria y elegante a la vez. Nos gusta, no vacilamos, ya que predomina la funcionalidad con mandos al alcance del conductor y la pantalla central que predomina la escena.

La lista del debe y el haber se hace notoria en algunos aspectos, sobre todo a la hora de poner en la balanza la seguridad. Acá es donde el Gol hace agua en un segmento que creció en este apartado con mayoría de modelos que ofrecen ESP, al menos en sus versiones tope de gama.

A favor rescata tres apoyacabezas tipo coma que colaboran en la visión hacia atrás. Bien por la alemana en sumar ganchos Isofix para las sillas de los más pequeños con Top Theter (anclaje superior), algo que el nipón ya ofrecía.

Por el lado del confort, la posición de manejo es buena. La doble regulación de la columna de dirección, muy amplia por cierto, permite encontrar fácilmente la posición ideal.

Lo clásico está presente, como el pack eléctrico con cierre central en rodaje y a distancia, pero continúa con la tediosa tarea de parar el motor si se quiere abrir el baúl desde del interior. Debajo del mismo encontramos una rueda de auxilio de uso temporal.

El VW rompe el segmento con una caja denominada Tiptronic pero provista por Aisin. Vista en modelos de FCA y PSA Peugeot-Citroën, por citar ejemplos, aporta seis marchas muy bien escalonadas que permiten exprimir las prestaciones del EA211 sin grandes pérdidas.

Luego de subirnos a los Polo/Virtus y T-Cross con análogo conjunto motriz, el golcito es sin dudas al que mejor le queda gracias a su bajo peso (poco más de 1.000 kg). En modo S, Sport, aporta cifras dignas por tratarse de un automático de este segmento, y permite seleccionar secuencialmente las seis marchas desde el comando. Aquí es donde el modelo saca ventaja: dos velocidades extras, la posibilidad de elegirlas manualmente y llevar el motor al límite en caso de sobrepaso, y un comando moderno y de mejor tacto.