No es uno de los más espaciosos, de hecho tiene una distancia entre ejes de 2,62 metros, exactamente diez centímetros menos que el Lifan MyWay. En tanto, la modularidad es limitada. Es que, si no es necesaria la tercera fila, pero sí más espacio en el baúl, deberemos correr hacia adelante la segunda para que quede alzada correctamente la tercera. O sea, queda penalizado el espacio libre entre rodillas y asientos delanteros, por lo que personas de más de 1,80 metros de estatura no estarán muy cómodas.

En relación con los cambios en la zona trasera, ahora se sumaron ganchos Isofix en la segunda fila de asientos, y todos los ocupantes contarán con el correspondiente apoyacabeza. Sin embargo, las mejoras en seguridad pasiva se quedan ahí, dado que no viene con más airbags (tiene solo lo legal), ni tampoco suma ESP y ASR, ítems que llegarán sí o sí con la nueva generación, dada la obligatoriedad de su incorporación en nuestro país y Brasil en 2020. En este sentido, nos quedamos con el Lifan MyWay, que, a pesar de contar con solo dos airbags, suma ESP y ASR.

En tanto, la capacidad del baúl con las siete plazas disponibles es de 162 litros (el del Lifan, 210), y con solo cinco lugares, 710. Lo que me agradó mucho fue el salto en calidad percibida. Si bien todos los plásticos son duros, presentan distintas texturas y cromados, y combina el negro con marrón para que hagan juego con el tapizado de las butacas (en ecocuero).

Por el lado del equipamiento, cabe aclarar que este nivel LTZ reemplaza al LT+, y agrega sensor de lluvia y encendido automático de luces. Si bien mantiene la pantalla táctil, actualiza el sistema MyLink con la última versión compatible con Android Auto y Apple Car Play, además de contar con cámara de retroceso acompañada de guías fijas y sensores atrás.

Durante la presentación en Brasil nos aseguraron que, si bien mantiene el mismo (anticuado) motor 1.8 de 8 válvulas y 105 CV, se realizaron pequeñas mejoras internas para optimizar el consumo y beneficiar la performance. Eso decidimos comprobarlo, y estaban en lo cierto.

La última vez que probamos una versión con esta caja fue en la at 294, y en ese entonces tardó 13,5 segundos en completar el 0 a 100 km/h. En cambio, ahora le tomó 12,6”; mientras que el 0-1000 metros lo trazó en 34,5”, un segundo más rápido que aquel. A pesar de esta ganancia, a 130 km/h el volante vibra, lo cual resta a la hora de confort de marcha en autopista. Por otra parte, la caja sigue presentando patinamientos evidentes; no obstante, la respuesta del paso de 80 a 120 km/h fue claramente mejor (10,5 vs. 11,9 segundos).

Su porte no juega a favor contra los vientos laterales, como tampoco en el comportamiento dinámico en curvas, ya que evidencia claras inclinaciones. En este caso no tomamos como referencia al MyWay que, a pesar de contar también con un motor 1.8, tiene 132 CV y una caja manual de cinco marchas.

Donde también notamos una mejora fue en la distancia de frenado, aunque no así lo que percibimos hasta detenerse. Si bien se detuvo en 41,8 metros (antes 44,7 m), perdió claramente la línea, el pedal parecía no tener fondo y el trabajo del ABS se sintió bastante en el habitáculo.

Pasando a la ciudad, tiene un correcto confort de marcha, con suspensiones equilibradas, aunque en empedrados se percibieron grillos que provinieron de la zona de la consola (al retirar la unidad, el odómetro apenas superaba los 400 km). La posición de manejo es alta, pero no tanto como la del Lifan MyWay, mientras que la visibilidad hacia atrás y costados es correcta. Si bien la dirección es hidráulica, no resulta pesada en maniobras de estacionamiento. En tanto, los consumos siguen siendo elevados. En ciudad gasta 13,8 l/100 km, mientras que, a 130 km/h, 10,8, con un trabajo de motor a 3.400 rpm.