Ford Ranger nafta o diésel: ¿cuál conviene?
La pick up mediana de Ford tiene la gama más amplia en lo que respecta a motorizaciones. Comparamos todas las cifras del 3.2 turbodiésel frente al 2.5 nafta para que saques tus propias conclusiones. Diferencias de potencia, prestaciones, consumos y precio, ¿cuál conviene?
Desde hace varios años, la Ford Ranger ofrece dentro de sus opciones de motorización una variante naftera, siendo la única del segmento con un bloque de estas características en su gama. Con una dualidad histórica, luego de manejar ambas versiones de la pick up fabricada en Pacheco, te contamos en base a nuestras pruebas, cuál conviene más.
El catálogo de la Ford Ranger en Argentina es uno de los más amplios del segmento, con un total de 16 versiones entre cabina simple y doble, sumado al mencionado motor naftero y dos turbodiésel. Para esta evaluación, utilizaremos la versión XLT con caja manual (de seis en la diésel) y tracción simple en ambos casos.
Índice
Motor y transmisión
A la hora de hablar de los bloques, la Ranger naftera hace uso del 2.5 Duratec aspirado con cuatro cilindros y 166 CV y 225 Nm de torque, que lo posiciona en potencia a mitad de camino entre los turbodiésel de la familia Puma. En este caso la transmisión es únicamente manual de cinco velocidades, que manda la fuerza al eje posterior.
Respecto a la turbodiésel, elegimos el motor más grande con 3,2 litros y cinco cilindros que produce 200 CV y un generoso torque de 470 Nm, que lo hacen sentirse más cómodo desde “abajo”. A diferencia del naftero, se puede combinar tanto a una caja manual de seis como a una automática con las mismas relaciones, además de tener la posibilidad de optar por el sistema de tracción 4×4, algo que el 2.5 no ofrece.
Prestaciones
Naturalmente, en las aceleraciones y recuperaciones la Ranger turbodiésel saca una gran ventaja gracias a su potencia y torque superiores. Según nuestras cifras aceleró de cero a cien en 11,1 segundos, frente a 12,5 de la naftera, que igualmente obtuvo valores lógicos para su peso y características.
Algo similar ocurrió en el cuarto de milla y el kilómetro, donde la 3.2 necesitó 17,9 y 33,7 segundos, mientras que la 2.5 demoró 18,5 y 34,2 segundos respectivamente. Por el lado de la recuperación de 80 a 120 en cuarta marcha, el turbodiésel tardó 7,2 segundos, casi 5 menos que la naftera.
Consumos
La ventaja del combustible de Rudolph continúa en los consumos. En esto influye nuevamente la respuesta en baja del motor Puma, que no demanda la misma presión en el acelerador que el Duratec. Nobleza obliga, el 2.5 se adapta perfectamente al GNC, que a priori disminuiría de manera significativa el costo operativo. Así las cosas, a velocidades constantes de 100 y 130 km/h, la ventaja del diésel es de 1,3 y casi 3 litros respectivamente. En el ciclo urbano, la diferencia es de 2,8 litros cada cien kilómetros.
De esta forma, en el consumo mixto hay una brecha de 2,4 litros, mientras que gracias a un tanque de 80 litros en ambos casos, firmaron con una autonomía de 678 en el caso de la diésel, y 563 kilómetros en la naftera, teniendo en cuenta esta última condición de uso.
Equipamiento
Si hablamos de las versiones XLT, estéticamente no presentan diferencias. Ambas tienen barra San Antonio en la caja de carga, llantas de aleación de 17’’, y estribos y paragolpe trasero cromados.
Respecto al equipamiento de confort, tampoco hay diferencias ya que la dotación tanto la naftera como la turbodiésel incluye climatizador bizona, central multimedia con pantalla de 8’’ y sistema Sync 3 con Android Auto y CarPlay, dirección asistida eléctricamente, sensor de estacionamiento trasero con cámara, entre otros.
Sin embargo, por el lado de la seguridad, la 2.5 se conforma con solo tres airbags, mientras que la 3.2 agrega cinco más, totalizando los siete que ofrece la versión Limited. A su vez, la variante con tracción 4×4 (solo disponible en la turbodiésel) incorpora control de descenso y bloqueo de diferencial trasero.
Precio
El precio sugerido por Ford para la Ranger 2.5 XLT naftera es de 5.135.000 pesos. Por su parte, la 3.2 con tracción simple asciende a 6.433.000 pesos, mientras que la 4×4 con misma mecánica se va un poco más arriba, a 7.210.000 pesos.
Si analizamos únicamente las versiones 4×2, la diferencia de precio a favor de la naftera es de más de 2 millones de pesos. Sin embargo, el motor Puma tiene a su favor casi 40 CV y 245 Nm extras, que pueden inclinar la balanza a su favor si lo que se busca es potencia y capacidad de empuje bajo el pie derecho.