El primero es el Chevrolet Spin, modelo que arribó en 2012 para ocupar el espacio que dejaban los Meriva y Zafira, por eso es el que tiene la carrocería más larga ya que necesita espacio para ubicar dos asientos extras en las versiones con siete plazas. Le sigue el Citroën C3 Aircross, que se importaba de Brasil (igual que el de General Motors) desde 2011 y la tercera propuesta viene de la mano de Volkswagen con el Suran Cross, el único de producción argentina.

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Todos tienen molduras, protectores y paragolpes de plástico sin pintar, aunque seguramente estos elementos te protegerán más de los “toques” de otros vehículos de la fauna urbana que en una travesía a monte traviesa. Tampoco faltan las barras en el techo, las distinciones en los laterales, y en el caso de Spin y C3 refuerzan el concepto con llantas y ópticas oscurecidas.

Otro cliché es el auxilio externo. Es un recurso que usan los Aircross y Activ, ambos con un sistema que ubica a la rueda en una especie de tranquera que obliga a múltiples y engorrosos pasos para abrir el baúl. El beneficio es que, en caso de pinchar, el auxilio está más a mano –también para los amigos de lo ajeno– a diferencia del Cross, que se decidió por una ubicación más tradicional por debajo del piso de la zona de carga.

Hay que destacar que todos tienen una quinta rueda de igual medida que las titulares, pero solo el Chevrolet respeta la llanta de aleación, elemento que antes también ofrecía el Citroën y ahora disimula su ausencia con una tapa en la rueda.

El rodado de las titulares es otro aspecto fundamental a la hora de diferenciarse de las versiones convencionales. Americano y francés coinciden con neumáticos de uso mixto (Pirelli Scorpion en ambos casos). Ofrecen un mejor “agarre” en superficies con poca adherencia, pero son algo más ruidosos y estiran ligeramente las distancias de frenado. Suran optó por unas cubiertas tradicionales (Pirelli P7).