La última generación de la coupé más deportiva de la marca alemana salió a la luz en 2015, y ahora en Europa se presentó el rediseño de mitad de vida, que comenzará a venderse en los concesionarios del continente a principios de 2019.

 

Pero no vamos a contarte qué cambió por fuera o por dentro, dado que lo más jugoso pasa por la mecánica. Mantiene las opciones de carrocería Coupé y Spyder, como también los motores: el «más chico» sigue siendo un V10 atmosférico (versión R8 V10 quattro) con 5,2 litros de cilindrada y 570 CV, mientras que el más potente entrega 620 caballos (R8 V10 Performance quattro).

Así, son 30 y 10 CV más que su antecesor, respectivamente, pero agregan dos filtros antipartículas para reducir la emisión de gases contaminantes.

Con estos cambios, el Coupé con el primer bloque pasa de 0 a 100 km/h en 3,4″ y alcanza los 324 km/h (antes, 3,5 y 320 km/h); mientras que el Spyder, 3,5″ y 322 km/h (antes, 3,6 y 318 km/h).

Ahora, con los motores más grandes, la versión Coupé consigue un 0-100 en 3,1″ y 331 km/h (antes, 3,2″ y 330 km/h); y la Spyder, 3,2″ y 329 km/h (antes, 3,3 y 328).

Son mejoras importantes, pero sutiles si vamos a los números. Sin embargo, hay más, ya que recalibró la gestión del ESP, lo que le permite frenar 1,5 metros antes con respecto a lo que marcaba su antecesor en el «100 a 0», y 5 metros en el «200-0».

De serie calza llantas de 19″, pero también hay unas en opción de 20 pulgadas con neumáticos Pirelli. Por detrás de ellos, equipa frenos de fundición de hierro, aunque se puede optar por un kit de cerámicos que soportan las terribles cargas en las frenadas por más tiempo.

Por último, mantiene los cuatro modos de manejo que el Audi R8 de 2015: Comfort, Dynamic, Auto e Individual. Sin embargo, la variante V10 Performance, suma tres más: Dry (seco), Wet (mojado) y Snow (nieve).