Antes de ocuparme de las prestaciones, hay que dejar establecido que el equipamiento de serie muestra algunos grises, como la ausencia de butacas de reglaje eléctrico y cámara de marcha atrás, más que necesaria considerando la limitada visibilidad a través de la reducida luneta.

Por el lado de la seguridad: cuatro airbags (delanteros y de cortina), control de crucero con función de frenado, alerta de peatón, sistema Driving Assistant, controles de estabilidad y tracción, cuatro frenos de disco JCW y faros de LED.

Respecto a los primeros JCW que llegaron a estas tierras, el actual se manifiesta más “civilizado” en cuanto al confort de marcha. Ya no se lo asocia con un karting que en los empedrados transmitía vibraciones a toda la carrocería. Copia con más soltura pero siempre con cierta rigidez, lo que le permite un comportamiento deportivo eficiente cuando se lo maneja bajo exigencia. Como en otros Mini de tres puertas, las plazas traseras solo son aptas para dos niños, ningún adulto puede acomodarse salvo en casos de emergencia. Pero es un tema que no tendrá en cuenta quien se decida por esta versión. La posición de manejo es correcta, ambas butacas permiten reglaje en altura, son de adecuada sujeción y los mandos, aunque no muy identificables, están a mano en tanto las distintas funciones del ordenador se seleccionan desde la rueda al estilo iDrive de BMW. Dato curioso: el equipo de audio (Harman Kardon) solo cuenta con banda de FM.

La pista, su hogar

Aunque pocos pueden acceder a conducir el JCW en una pista, es ahí donde afloran las cualidades deportivas de este Mini. En un viaje, son contadas las rutas que presenten un trazado variado como para disfrutar de sus cualidades. El motor de dos litros con turbo e inyección directa ofrece un buen torque a partir de las 1.500 vueltas, lo que le permite una gran elasticidad y reacción sin necesidad de bajar cambios en la caja Steptronic Sport de ocho marchas. Si bien tracciona desde el eje delantero, su conducta en curva es franca y no aparecen tendencias a subvirar, no busca la parte externa a la salida de los virajes, en lo que también colabora la multilink montada atrás. Por el contrario, dibuja la trayectoria ideal que se le indica desde el volante con total neutralidad, precisión y suficiencia. El pasaje de marchas hacia arriba o en maniobras de rebaje es contundente y de respuesta inmediata, sin baches. Se la puede accionar desde las levas al volante o bien del selector al piso en modo manual, que sube cambios hacia el conductor y los baja hacia delante, algo que es intuitivo y no al revés, como en muchos modelos.

En general, el JCW es un auto agradable de manejar teniendo en cuenta que apunta a lo deportivo, pero en ciudad se comporta adecuadamente y, con la caja en función Drive, los cambios se suceden mansamente apenas el cuentavueltas supera los 1.500 rpm. La dirección asistida eléctricamente se muestra liviana en ciudad y maniobras de estacionamiento, pero progresivamente se torna más firme a velocidades mayores. En cuanto a la estabilidad en recta, solo en rutas desparejas manifestó una leve tendencia a perder la línea de marcha.