Opinión: El rol del importador de autos en Argentina

Hace 17 años que estoy en el mundo de los autos y, si bien no soy economista, vi y sufrí los diferentes timonazos que se dieron en la industria amén de una coyuntura económica turbulenta. Recuerdo hace 10 años probar tres variantes de un mismo modelo porque era el único que tenía autos de prueba aunque también he manejado autos en Europa que finalmente llegaron a Argentina para complementar las gamas regionales. No quiero decir que lo ví todo porque sería faltarle el respeto a verdaderos iconos del periodismo de esta hermosa industria, pero sí que viví multiversos en el ambiente ¿o alguna vez escuchaste de marcas que exportaron frutos secos para poder traer autos?

Hace algunos días el gobierno anunció medidas para los autopartistas que fueron bien recibidas por las asociación que los nuclea (AFAC): “resultan muy positivas y van en el camino correcto para mejorar nuestra capacidad de inserción internacional” algo que suena bastante contundente. Por el lado de las terminales (o sea las que fabrica en el país), no fue necesario un comunicado para entender que las noticias fueron bienvenidas. Hay un tercer grupo, el de importadores, que no está muy contento con las novedades. No es algo con la medida per se sino, intuyo, una queja hacia un sistema que “castigó” sistemáticamente a quienes no producen en el país.

Federico Pieruzzini, presidente de Eximar (importador de Jaguar, Land Rover y Volvo), salió hace algunas horas con los tapones de punta, argumentando que la medida “beneficia a las multinacionales que arman autos en el país con 70 % de piezas importadas”, con “datos de empleo que no son ciertos” en “una industria deficitaria en el país”. Independientemente de si esto o cuánto de esto es cierto, si hay algo que define a nuestra industria es el proteccionismo para con quienes producen en el país. A ver, la mera existencia de una asociación de fabricantes (ADEFA) y una de importadores (CIDOA) deja en claro la principal grieta/dicotomía que hay entre quienes venden autos en Argentina y eso, guste o no, es una realidad. Más allá de la munición gruesa de Pieruzzini, no me parece una mala idea privilegiar a quienes sí invierten en el país, que tienen una visión a largo plazo y buscan ser o son protagonistas. Eso no es solo condición de quienes fabrican porque sí hay marcas importadoras que buscan crecer, aunque al mismo tiempo hay que perseguirlos para poder probar alguno de sus productos: insólito.

Hoy en día tanto Volvo, Land Rover y Jaguar son marcas casi fantasmas en Argentina, con una comunicación pobre, escasa cantidad de concesionarios y esporádicas presentaciones que se suceden gracias a la entidad regional: sin ir más lejos, la última actividad de la que participó auto test fue un lanzamiento virtual en pandemia y, por lo menos quien suscribe, nunca tuvo la suerte en estos casi veinte años de manejar un vehículo de estas marcas pese a que la representación y hasta las marcas cambiaron de titular varias veces. Insisto hay importadores e importadores y uno de sus presidentes siempre levanta la voz pidiendo la baja de impuestos para mejorar esta situación que se da desde hace años: no estaría de más tirarle un centro y probar.

Ojo, no estoy a favor del blindaje a las importaciones/importadores: todo lo contrario. Creo que facilitarle las cosas a la llegada de vehículos de primer nivel elevaría la vara nacional y daría trabajo y, lo que siempre decimos en auto test, le da más opciones al cliente, que es lo importante. Es más, Land Rover es una marca que amo y sería una emoción muy grande ver las calles llenas de la nueva Defender, pero también creo que tiene que haber ciertos privilegios para quienes invierten y generan cadenas de valor en el país. ¿Cómo se hace? No tengo idea, será un problema del actual gobierno, y veremos en unos años hacia dónde van todas estas nuevas ideas en una industria que atraviesa al argentino y a la Argentina.