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¿Por qué los neumáticos del tipo “antipinchazo” no son la mejor solución para nuestras calles?

Se trata de un sistema que en muchos casos ahorra una importante capacidad de carga en el baúl. Sin embargo, es un neumático muy polémico para el estado de nuestros caminos. ¿Coincidís?

Convengamos que nuestras calles y rutas no están en condiciones (ni parecidas) a las de Europa. Por lo tanto los neumáticos de tipo runflat (o «antipinchazo») puede que cumplan su función en las autopistas de Alemania, Francia o Italia, donde una vez producido un pinchazo se pueden recorrer unas cuantas decenas de kilómetros a velocidad moderada hasta solucionar el problema.

neumaticos antipinchazos

De todos modos en casi todos los países europeos las runflat reciben críticas de manera permanente. Su existencia se debe, especialmente, a que los rodados son cada vez más voluminosos en cuanto al ancho y perfil, además de estar montados sobre llantas de 18/19/20 pulgadas. Por lo tanto, el problema es donde ubicar un auxilio de esas medidas sin perder una importante capacidad de carga en el baúl.

Pero en nuestro país, los neumáticos no solo sufren pinchaduras por algún material que se encuentre en el asfalto. Un pozo cortado a canto seguramente romperá el neumático debido a que el perfil bajo atenta con su integridad. Personalmente tuve algunas experiencias con los runflat. La primera de ellas tuvo un final feliz debido a que tomé las correspondientes precauciones.

Fue en un operativo con tres SUV de BMW con destino a Ushuaia, donde me encontraba a cargo de una X6 que estaba equipada con llantas de 20”. Considerando el trayecto que teníamos por delante junto a una X3 y X5 solicité que me pusieran una rueda similar en el baúl ante la posibilidad de una rotura, que hubiese significado dejar el vehículo abandonado en zonas alejadas de ciudades y pueblos y sin señal de celular para pedir auxilio. Por suerte no tuve necesidad manejando en los cientos de kilómetros de ripio con sorprendente cautela.

neumatico-antipinchazo

La primera experiencia negativa con las runflat fue con un Mini Cooper en plena Panamericana. A unos 100 kilómetros de Buenos Aires, poco antes de Zárate, se encendió el testigo que indicaba que un neumático se estaba desinflando. Siguiendo las instrucciones sugeridas bajé la velocidad a 60 km/h circulando casi por la banquina derecha (mientras los camiones me pasaban finito), tratando de llegar hasta Tortuguitas, sede de BMW. A los pocos kilómetros, no más de 30, ya comencé a sentir vibraciones en el tren delantero. No daba para más. Si seguía, no solo iba a desintegrar el neumático, también la llanta. Llamé a BMW y en menos de media hora me trajeron un neumático de repuesto. Afortunadamente me sucedió en zona civilizada.

La peor la pasamos en un viaje retornando de Barreal (San Juan) con un BMW GT. Camino a Buenos Aires, a la altura de Villa Mercedes, en plena noche, un pozo de corte agresivo dio cuenta de un neumático delantero derecho. Corte en el talón y chau runflat. La historia terminó con el auto arriba de un camión del ACA y nosotros esperando a que un Chevallier que salía a las nueve de la noche nos trajera hasta Buenos Aires luego de insoportables nueve horas de viaje. Llegamos a la terminal a las cinco o seis de la mañana, horario poco indicado para tomar uno de los taxis que están a la pesca de algún inocente provinciano al que pasearán por los cien barrios porteños.

Definitivamente, los neumáticos runflat no son para nuestras redes viales. Consejo: si tiene un vehículo con ese tipo de neumáticos y decide encarar un viaje largo, compre un auxilio con llanta de la medida correspondiente y tirela en el baúl. Es la única solución para evitar una situación desagradable que es mejor no vivirla.