Las ventajas y desventajas de una nueva modalidad de transporte en Argentina: ¿acierto o error?
La habilitación de los bitrenes en la Red Vial Nacional promete eficiencia y competitividad, pero expone a los automovilistas a mayores riesgos en rutas deterioradas.
El Ministerio de Economía de la Nación habilitó mediante la Resolución 1196/2025 la circulación de camiones bitrenes en las rutas argentinas. Casi inmediatamente la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (FAETyL) celebró esta medida y aseguró que se trata de un “paso fundamental hacia la modernización del sistema de transporte argentino, al posibilitar la optimización de recursos, la reducción de costos y la elevación de los estándares de productividad en toda la cadena de valor”.
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Vamos por partes. En los corredores donde ya circulaban, los bitrenes demostraron buenos resultados: menos viajes, ahorro de combustible, menos emisiones y hasta mejores estándares de seguridad.
Todo eso suena bien en la teoría, pero hay un “elefante en la habitación” del que nadie habla. Lo cierto es que esta resolución habilita que estos camiones circulen por rutas de mano y contramano, es decir, sin autopistas ni banquinas amplias. Y ahí está la primera alarma: el riesgo de choques frontales se multiplica para los automovilistas que deben sobrepasar moles de más de 30 metros de largo. Es difícil imaginar que la “mayor seguridad vial” proclamada por las entidades se cumpla en esas condiciones.
Tampoco podemos dejar de lado un punto que parece olvidado en el debate: el estado calamitoso de la mayoría de las rutas argentinas. En auto test lo comprobamos cada vez que salimos de viaje en algún operativo o por un lanzamiento: baches, banquinas que no existen, señalización deficiente. ¿De qué sirve hablar de logística moderna si la infraestructura sigue anclada en los años 90? Los bitrenes requieren rutas preparadas, puentes reforzados y corredores con condiciones específicas, algo que, más allá de las intenciones oficiales, hoy está lejos de ser una realidad en gran parte del país.
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Mientras pensaba esta nota fue inevitable recordar cómo cada vez que se impulsan medidas de transporte a gran escala se pasa por alto al usuario común de la ruta. ¿Qué pasa con el automovilista que viaja en familia, de vacaciones o al trabajo diario? ¿Está contemplada su seguridad en esta ecuación? La FAETyL insiste en que los resultados previos son positivos y que no hubo incidencias significativas.
Así como en su momento se habló de modernización cuando se habilitaron los peajes sin barreras o cuando se introdujeron normas para los camiones de gran porte, hoy la discusión vuelve a repetirse: eficiencia y productividad para unos pocos, riesgos multiplicados para los demás.
La conclusión, entonces, parece inevitable. El bitren puede ser una herramienta valiosa para el transporte y la competitividad porque en los papeles reduce costos logísticos y permite llevar hasta un 75 % más de carga que un camión convencional.
Pero hasta que no se hable seriamente del estado de las rutas, de la inversión en infraestructura y de la convivencia con los automovilistas, celebrar la medida sin analizar todo el contexto suena, cuanto menos, apresurado.