El interior es tan audaz como en el A, de hecho hereda prácticamente todo, excepto algunos rasgos autónomos como la plancha que presenta un solo volumen horizontal (dos en su allegado menor), y la posición 90 milímetros más alta de la butaca del conductor, lo cual eleva la visión. Sin embargo, la mayor novedad radica en la exclusión del clásico instrumental: los display al estilo tablet son el futuro, y tanto en el Clase A como en el B se puede optar por diferentes configuraciones y tamaños de las pantallas.

Quien busque información análoga no la encontrará, y deberá conformarse por la tecnología táctil o conversar directamente con el auto mediante el Linguatronic. Incluso es tanta la inteligencia artificial aplicada que, en función de las preferencias e incluso del estado de ánimo del conductor, una aplicación permite modificar la iluminación de ambiente. Una propuesta única.

Versatilidad

Es evidente que este monovolumen abarca diversos conceptos. Se lo puede utilizar para el ocio en familia, como vehículo de todos los días para atravesar la City porteña y desestresarse gracias a las virtudes de la transmisión y el asistente de estacionamiento autónomo, o como compañero de ruta. Todas son valederas ya que las prestaciones mecánicas y la opción de puesta a punto del chasis lo transforman en un modelo por demás equilibrado.

En este sentido, la mejora respecto al anterior Clase B es notoria. Es más ágil, se siente más liviano y la percepción general es que se comporta menos como un monovolumen y más como un compacto, sin nada que envidiarle al Clase A. Mayor sensación de agarre y menores balanceos de la carrocería sin dejar de lado el confort de marcha. Eso sí: precaución a la hora de pasar por cunetas y lomos de burro debido al despeje y voladizo delantero.

Buena parte de estas características recaen en el Dynamic Select, un pequeño comando que ubicado a la izquierda del mouse pad para comandar el sistema de multimedia. Ofrece cuatro modos de conducción (Confort, Eco, Sport e Individual, que permite combinar distintos parámetros a gusto del usuario) que inciden en las prestaciones del conjunto mecánico, la tracción y el chasis influyendo particularmente en el reglaje de los amortiguadores durante la marcha. Para ello, una válvula de control electrónico regula y optimiza individualmente el coeficiente elástico del amortiguador de cada rueda según el modo preseleccionado. Vale resaltar que pese a tener una variedad de brazos transversales, el eje trasero no califica como uno Multilink.

Silencioso y correctamente aislado. Así se presenta una de las grandes innovaciones en materia de motores downsizing. Y decimos esto porque aporta un cóctel de novedades en todos sentidos (ver recuadro). Otro componente que hereda del Clase A es el 1.3 de 163 CV que se acopla a la transmisión 7G DCT de doble embrague ya utilizada en otros modelos de la Mercedes. Más allá de las prestaciones que sobran en este tipo de vehículo –poco más de 8 segundos en proceso de aceleración y 223 km/h de máxima declarada–.

A pesar de seleccionar a demanda las prestaciones del conjunto motriz, para activar el modo de pasaje manual mediante la leva detrás del volante solo basta con presionar una (+ o -), ya que el brazo que comanda la caja no posee la función típica denotada con la letra S.

¿Reproches? A nivel comportamiento solo se puede mencionar las distancias de frenado, que estuvieron por encima de la media, y algunos vicios en frenadas bruscas. Nada que perjudique la seguridad al volante del Clase B.