Partamos de la base de que el AMG SLC es un roadster para dos personas. Detrás del respaldo de las butacas delanteras solo hay una mampara que limita, en cierta forma, el reglaje longitudinal. La dotación de confort y seguridad de serie no ofrece puntos oscuros: asientos eléctricos con tres memorias y calefaccionados, techo solar, sistema Parktronic activo de estacionamiento, sensores de lluvia y presión de neumáticos, testigo de cansancio del conductor, seis airbags, dirección paramétrica de ángulo variable y faros de LED High Performance y de luz de cruce… y mucho más. En lo que respecta a multimedia, dispone de conectividad Apple Car Play, Android Auto, Comand On Line con CD/DVD y tarjeta de memoria SD.

Una vez sentado al volante, se vuelven a manifestar herencias del SLK en la plancha y en el diseño general del interior. Los materiales utilizados son de calidad, agradables al tacto y a la vista, con el nivel de terminación habitual en Mercedes. La posición de manejo es correcta, incluso para los de estatura más allá del promedio, y la regulación de la butaca junto con la del volante (eléctrica) son responsables en este rubro. La visibilidad panorámica es limitada tanto a 180 grados como hacia atrás. Cintura alta y techo bajo no ofrecen muchas posibilidades…

Si bien no está desaprobado en lo que se refiere a confort de marcha en ciudad, las suspensiones elaboradas por AMG apuntan a un eficiente comportamiento dinámico. Por lo tanto, en ciudad y en superficies irregulares se hace presente su rigidez, que se transmite a la carrocería. Los neumáticos (Run Flat) y medida de llantas elegidos no son exagerados en cuanto al diámetro (18 pulgadas), pero las medidas (235/40 adelante y 255/35 atrás) muestran un perfil bajo sensible a ser dañado, y, al carecer de auxilio, habrá que llamar al ACA.

Aunque muchos pongan acento en que el motor no tiene la firma del mecánico que lo armó (algo habitual en las unidades salidas de la planta de AMG en Affalterbach), el V6 de 3,0 litros y 367 CV no necesita más cartas de presentación.

No todo se limita a extraer potencia de un motor que nació para equipar versiones convencionales de gran serie. El SLC 43 fue elaborado en armonía con los 367 caballos que cobija bajo el capot. Frenos de grandes dimensiones, ventilados y perforados en ambos trenes (360/330 mm), suspensiones con posibilidad de optar por distintas configuraciones, tales como gestión de motor y asistencia de la dirección en relación con el modo elegido desde la tecla Dynamic (Eco, Confort, Individual, Sport y Sport +) ubicada en la consola central.

Todo pensado para obtener un resultado final que permita su utilización cotidiana sin grandes sacrificios y, a la vez, un uso deportivo de alto nivel si se tiene oportunidad de acceder a una pista y descargar una dosis de adrenalina por los poros. Precisamente eso fue lo que hicimos.

Se trata del conocido V6 3.0 de Mercedes, en este caso desarrollado por AMG. Sus características: doble árbol de levas a la cabeza, 24 válvulas, inyección directa con doble turbo (uno por bancada de cilindros) que entrega 367 caballos y un par máximo de 54 kgm entre las 2.000 y 4.200 rpm. Un torque que le permite circular sin quejas en D9 a 100 km/h a un régimen de… ¡1.350 vueltas! Elasticidad en su máxima expresión.

La velocidad máxima está limitada electrónicamente a 250 km/h. En las pruebas de aceleración registramos 5,0 segundos de 0 a 100 km/h (4,7, declara MB) y 23,6 para cubrir los mil metros llegando a una velocidad de 231 km/h. La distancia de frenado a 130 km/h: 65,1 metros. El consumo es más austero de lo que hacen suponer los 367 CV. A velocidad constante y legales 130 km/h en autopistas, con poco más de 8 litros, recorre un centenar de kilómetros, en ciclo urbano se eleva a casi 13 litros en modo Eco.

En síntesis, un verdadero roadster deportivo dirigido a un cliente que disfruta de un descapotable y que no necesita más que un biplaza.