La posición de manejo podría mejorarse, la butaca del conductor es envolvente y regula en altura, pero el volante multifunción –de buen tacto y tamaño justo– no lo hace en profundidad.

En el tránsito urbano, si bien el confort de marcha se ve penalizado, no llega a incomodar demasiado, pero es “saltarín” en los empedrados. La posición de manejo podría mejorarse, la butaca del conductor es envolvente y regula en altura, pero el volante multifunción –de buen tacto y tamaño justo– no lo hace en profundidad.

El instrumental sigue los lineamientos de todos los 500, pero suma información analógica de presión del turbo.

En lo que respecta al equipamiento, se destacan las nuevas butacas de correcta sujeción lateral con apoyacabezas integrado (queda lejos de la nuca del conductor), climatizador automático, modo Sport que agiliza la reacción del motor y endurece la dirección, indicador de cambio de marchas, display multifunción de 7” y kit de reparación de neumáticos (hay que rezar para que el caucho no sufra una herida de muerte).

Empecemos por el motor: denominado 1.4/16 Turbo T-Jet de cuatro cilindros, doble árbol, multiválvulas y turbo, entrega 165 CV a 5.500 rpm con un par máximo de 23,4 kgm a 3.000 rpm en modo Sport. Esto le permite una velocidad máxima (oficial) de 218 km/h. La caja es manual de recorrido corto y preciso, pero dispone solo de cinco relaciones. Las suspensiones están elaboradas especialmente para las versiones Abarth y se trabajó en amortiguadores y resortes de mayor rigidez para lograr una dinámica más eficiente. La medida del rodado: 205/40 sobre llantas de 17 pulgadas.

Nuestras mediciones arrojaron un valor de 7,9 segundos para los 100 km/h y 27,1 para el kilómetro. Las distancias de frenado estuvieron al límite de la zona verde de at, ya que recorrió 39,6 metros para detenerse a 100 km/h. El consumo es el esperado, teniendo en cuenta la potencia y las características de este Abarth 595: 10,8 litros en ciclo urbano y 6,0 a 100 km/h.

El comportamiento dinámico es uno de sus aspectos favorables, ya que tracciona con decisión en curvas lentas sin manifestar tendencias a subvirar, algo común en los autos con tracción delantera. Responde sin vicios a las trayectorias que se le ordenan desde el volante. En modo Sport, el motor se siente feliz a partir de las 3.500 rpm, régimen al que comienza a exponer todo su potencial hasta llegar a 6.000, cuando interviene el corte electrónico. El trabajo en las suspensiones ha logrado que la tenida direccional en ruta sea más que correcta, a pesar de las dimensiones y distancia entre ejes del 500 Abarth.