Para el día a día sigue siendo un auto más apto para dos que para ir llevando pasajeros. Ni bien uno abre la puerta lo inunda el agradable olor del aromatizador mezclado con el cuero y la buena percepción visual de los colores y los materiales: en definitiva, una grata experiencia. El espacio atrás no abunda y el acceso sigue siendo algo engorroso, máxime con cristales que no bajan.

Pero quien se siente al volante encontrará una posición de manejo gustosa por las múltiples regulaciones de butaca y volante (todas manuales) y, además, con el invierno a la vuelta de la esquina, calefacción en ambas butacas.

En materia de equipamiento cumple, tiene lo esperado para este vehículo, pero si lo contrastamos con su valor y lo que ya ofrece DS en otros modelos, el 3 se queda algo corto, sobre todo por la falta de ADAS.

Lo básico está cubierto con climatizador, control y limitador de velocidad, la central multimedia de 7” con conectividad total y una interfaz renovada con el patrón de diamantes que comandamos en los DS7 Crossback.

A diferencia del Cabrio que manejamos hace unas semanas, este Racer es un poco menos confortable, principalmente porque, además de la pulgada extra de llantas, el neumático tiene un perfil más agresivo de 45 (vs. 55). De todos modos, no es un auto incómodo para el día a día, pero sí hay que tener algo de cuidado extra con el voladizo delantero, que puede tener algún encontronazo con alguna bocacalle o cuneta pronunciada. Por supuesto que en términos dinámicos esta configuración brinda algo más de sensaciones, aunque lejos está de ser un vehículo deportivo.

Nos pareció curioso que el epíteto Racer no viniera acompañado de un motor ídem, aunque considerando que solo la versión Sport Chic (1 de 4) lo equipa, tiene algo de sentido. El PureTech de 110 CV es un motor super eficiente y austero de sobrada confiabilidad y –un dato no menor para un tres cilindros– poco rumoroso. En eso tiene que ver el aislante que lo recubre, que no está adherido al capot sino sobre el bloque. Curioso.