A nivel seguridad, equipa frenos ABS con REF y AFU, controles de estabilidad y tracción, ayuda al arranque en pendiente y solo dos bolsas de aire. Para contar con dos más, habrá que pasar al siguiente nivel (Feel) con motor THP, por $496.000, y si se quieren seis, más alarma, retrovisor electrocromo y encendido automático de luces y sensor de lluvia, se deberán pagar por el Pack $509.000. En ayudas activas está correcto, pero en airbags se queda corto, sobre todo porque hay alternativas cuatro puertas más económicas con más de ellas.

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En relación con el C4 Shine pierde acceso sin llave y botón de arranque, cámara de visión trasera, GPS (aunque en la pantalla está el ítem, pero no puede usarse), tapizados de cuero y techo eléctrico. Lo que sí conserva es la nueva pantalla multimedia de 7”, de buena respuesta y con Android Auto y Apple Car Play, por lo que no extrañamos para nada el GPS (aunque salgan de nuestro bolsillo los datos del “celu”).

También conserva el cruise control con limitador, climatizador bizona, y el tablero de instrumentos digital, casi idéntico al que equipa el Peugeot Partner desde el año pasado, un claro paso atrás con respecto a su predecesor. Familiarizarse con él no lleva mucho tiempo, pero, dependiendo de cómo pegue el sol, su reflejo nos impedirá verlo de manera clara.

El motor que monta es un 1,6 litros de 115 CV, denominado VTi, ya ubicado en otros modelos PSA, entre ellos el C-Elysée, y que cuenta con sistema de admisión variable VVT. En la aceleración de 0 a 100 km/h, el C4 Lounge detuvo el cronómetro en 12,9”, casi segundo y medio más que el C-Elysée (11,5), pero hay que tener en cuenta que hay una diferencia de casi 400 kilos a favor del sedán europeo.

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No se trata de un auto ágil, sino más bien de uno que prioriza el confort de marcha, una característica irrefutable a lo largo de la vida del C4 Lounge. A 100 km/h, el VTi trabaja a 3.000 rpm, mientras que, a 130 km/h, a 3.500, por lo que le vendría bárbaro una caja de sexta. Hablando de la transmisión, la caja presenta recorridos claros, con una primera bien corta. Para dejar en claro que no es un auto que se sienta cómodo en la zona roja del cuenta vueltas, el kilómetro lo completó en 34,6 segundos, a 148 km/h, momento en que se sintieron ligeras vibraciones en pedal y volante, aunque no se filtró viento al habitáculo, el cual también permaneció bien insonorizado del motor.

La nota alta se la llevan las distancias de frenado: de 100 km/h a 0, se detuvo en 39,3 metros, casi cuatro menos que el C-Elysée (42,8), y mantuvo la recta en dicho proceso. También fueron satisfactorios los números de consumos, con 6,2 l/100 km a 100 km/h constantes y aire acondicionado, mientras que, a 130 km/h, 8,2, casi idénticas cifras que obtuvo el sedán más chico, señalando a favor del C4 nuevamente la clara diferencia de peso entre ambos.

Lo que siempre caracterizó al C4, el confort de marcha, no quedó relegado con la inclusión de este bloque. Se puede decir que lo acentúa, debido a que no se le puede pedir una conducción deportiva o ágil; por lo que este VTi le queda justo al C4 para aquellos que prefieren un modo “crucero” de viaje a diario. En el debe, se le pueden reclamar sin dudas más airbags, o la inclusión de algunas ayudas activas a la conducción, como también ítems de confort como sensores traseros.