Si analizamos la dotación de confort de serie, llegaremos a la conclusión de que no hay faltantes dignos de mención. A lo convencional en este tipo de versiones deportivas de alta gama el Gran Coupé suma elementos como apertura del baúl, pasando el pie por debajo del paragolpes, sensor de lluvia con encendido automático de luces y limpiaparabrisas, función Sport+ con sistema Launch Control, frenos de disco M Sport, llantas de 19 pulgadas, suspensión M adaptativa y paquete aerodinámico elaborado por Motorsport.

En cuanto al espacio interior, es más que correcto tanto en las plazas delanteras como en las traseras; la limitación es el acceso, en especial a las posteriores que, debido a la curva de la puerta y la altura del techo, obligan a contorsiones, en especial al bajar. Materiales, terminación, encastres y percepción de calidad no dan lugar a la crítica.

Las butacas delanteras con múltiples regulaciones abrazan el cuerpo del conductor, la columna de dirección con doble reglaje, un volante de tamaño justo con levas integradas y pedalera profunda, que logran que la posición de manejo sea uno de los aspectos destacables. El instrumental es analógico, típico de BMW, y la elección de las diferentes funciones disponibles corre por cuenta del mando giratorio (iDrive) en la consola central.

A pesar de que dispone de 44 CV menos que el M2, las diferencias en las prestaciones apenas se perciben. El motor seis en línea, mil veces ponderado por su eficiencia, entrega en este caso 326 CV y 47 kgm entre 1.400 y 5.000 vueltas: una amplia meseta que garantiza respuesta en cualquier rango del cuentarrevoluciones. Estas características le permiten al Gran Coupé acelerar de 0 a 100 km/h (Sport+, ayudas electrónicas desactivadas y Launch Control activado) en solo 5,4 segundos, apenas 6/10 más que la coupé M2. Esa mínima diferencia apenas se estira a 1,2 segundos cuando se cubre el kilómetro con partida detenida.

En recuperación de 80 a 120 km/h en Drive el M2 lo aventaja solo en 4/10. Algo similar sucede con el poder frenante: ambos están en el orden de los 38 metros a 100 km/h. En consumo este 440i se despega de su primo sanguíneo con valores más austeros: 6,7 litros a 100 km/h en D8 a 1.500 rpm y 8,4 a 130 km/h, aunque en ciudad supera los 12 litros.

En lo que respecta al manejo y la dinámica, el GC cuatro puertas no se achica ante el comportamiento del M2. Incluso su mayor distancia entre ejes (12 cm) lo muestra más predecible y aplomado en curvas veloces y con la misma eficiencia de tracción del eje posterior. Cabe destacar que, en este caso, al desconectar el control de tracción/estabilidad en función Sport+ la electrónica permitirá cierto nivel de sobreviraje, pero ante un deslizamiento excesivo del tren posterior entrará en acción el sistema para evitar situaciones comprometidas o peligrosas.

Por su parte, la caja de ocho marchas con doble embrague, al igual que en el M2, ofrece un pasaje de cambios vertiginoso tanto cuando se usan las relaciones ascendentes como cuando se realizan rebajes mediante las levas o el selector al piso, ocasión en que la transmisión manifiesta una muy sutil predisposición a preservar el régimen del motor.

Abreviando, el 440i Gran Coupé es un auto que cumple con todos los requisitos para el uso cotidiano y, por supuesto, también se puede disfrutar de su indiscutible talento deportivo cuando su conductor lo decida.