Toyota C-HR: uno de los autos que menos consume del mercado
Probamos durante una semana el crossover híbrido de Toyota y corroboramos la eficiencia de esta tecnología registrando un gasto de combustible miserable. Además, ¿es un auto duro para nuestros caminos? El 1.8 de 122 CV, bajo la lupa de auto test.
Fórmula hiper conocida para mover el Toyota C-HR: híbrido 1.8 que comparte con Corolla y Prius que encuentra un pico máximo de 122 CV con la combinación del Atkinson de 99 CV y el eléctrico de 71 CV. La caja, tradicional eCVT de funcionamiento correcto que en estas configuraciones pasa prácticamente desapercibida.
Celebramos fuerte la electrificación, pero cuesta no pensar en el C-HR como un deportivo: aunque en Europa existe una versión GR Sport de 184 CV además de esta de 122 y, por lo menos hasta 2019, cuando aterrizó en Argentina, versiones turbo y aspiradas de entre 116 y 146 CV. Claro que esas variantes térmicas, acá en Argentina no están exentas de algunos gravámenes de los que sí prescinde la híbrida.
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Su funcionamiento ya lo archiconoces: a bajas velocidades y cuando está cargada, la batería abastece un motor eléctrico que mueve las ruedas delanteras y, ante la necesidad de potencia o como generador, el motor naftero se enciende para acoplar sus bondades.
Su entrega de par es plana cuando lo exigimos pero como venimos diciendo, no se trata de un deportivo y prueba de ellos son los casi 13 segundos que se demora para alcanzar los 100 km/h. El cuarto de milla y el kilómetro los registra en 18,9 y 34,7, respectivamente.
Pero la gran carta del C-HR es su eficiencia. Claro que quien gasta 45.000 dólares en un vehículo difícilmente lo compre con fines ahorrativos, pero al planeta le viene bien que no se queme tanto petróleo.
Como buen híbrido (y electrificado) su mejor cara la encuentra en ciudad, donde firma impecables consumos de 5,2 litros y una autonomía de más de 800 km. Siempre hacemos la salvedad que en este tipo de vehículos las cifras pueden ser muy variables porque entran en juego varios actores como los algoritmos de encendido del térmico, nuestros pedidos al acelerador y la cantidad de frenadas, que regeneran la batería y así evitan que el 1.8 oficie de generador, pero el promedio en la “city” no debería variar mucho de esa cifra.
A velocidades constantes sucede algo similar con el consumo a 100 km/h ya que a veces dependiendo del trazado el térmico puede apagarse. A esa velocidad registramos promedios de 5 litros mientras que a 130, donde prácticamente el naftero está prendido todo el tiempo, el consumo que firmamos fue de 6,2 litros. Así las cosas, el mixto, de 5,4. Eficiencia pura.
El comportamiento acompaña las sensaciones que venimos manifestando desde el inicio de la nota. No se trata de un deportivo, pero sí de un importado hecho y derecho, con lo cual hay que tener cuidado con los voladizos (sobre todo el delantero). El esquema de suspensiones independientes hace que el equilibrio sea total, y más allá de raspar en alguna bocacalle, el C-HR se escabulle casi como un Mercosur más, algo que no es fácil de lograr en ningún extrazona. A velocidades altas, va sin mayores inconvenientes y en curvas de mediana intensidad la dirección -directa- y los resortes hacen que todo sea predecible.
Por último, los frenos. Distancia correcta de 41,9 metros en el rugoso asfalto del autódromo y una sensación que no me gustó para nada respecto del pedal: esponjoso y vibrador, aunque en esto tiene mucho que ver la función de regeneración que cumple.
Más información de Toyota Argentina en www.toyota.com.ar
Periodista, egresado de DeporTEA en 2007. Ese mismo año ingresó a Motorpress Argentina para escribir en la web Auto Plus Digital y en 2009 pasó a escribir y probar autos para la edición impresa. Desde 2018 redacta y prueba para auto test web y papel y representa al medio en salones internacionales, eventos y lanzamientos de la industria automotriz a nivel nacional y regional.
Fanático del WRC, fue bastante ciclotímico con sus autos: primero tuvo un Suzuki Swift GTI, pasó por un Citroen Saxo, volvióa las siglas prometidas en un Seat Ibiza GTi y recaló en dos Peugeot 206 (uno francés y otro nacional) hasta que pudo cumplir el sueño de su vida de tener un Subaru Impreza turbo «azul con llantas doradas, como tiene que ser un Impreza».