Sin techo ni parabrisas “para separar al conductor de la naturaleza” y con tecnología sofisticada, genes deportivos y un diseño espectacular. Así lo anunció Mercedes-Benz cuando lo presentó en el Salón de Detroit de 2009. Por supuesto que la idea fue homenajear al piloto británico Sir Stirling Moss, que falleció el fin de semana a los 90 años.

Inspirados en los SLR Coupé y Roadster, el Stirling Moss estaba impulsado por un V8 (5.5) supercargado que desarrollaba la friolera de ¡650! CV y un bestial torque de 820 Nm apoyado en un chasis de fibra de carbono y complementado por una transmisión automática de apenas 5 velocidades. Por eso no sorprende que declarara un “cero cien” en 3,5 segundos y una velocidad máxima de 350 km/h.

Entre los detalles estéticos distintivos se encuentra un larguísimo capot y el característico remate que en conjunto remite a una flecha, tal cual el apodo de los Mercedes-Benz de competición. Además, el tapizado de cuero tiene un patrón escocés y las puertas son tipo alas de gaviota pero con apertura frontal.  Además, claro, de la falta de ventanillas y parabrisas tradicional.

En mayo de 2009, y con impecable precisión alemana, el SLR cesó su producción, aunque en ese mismo momento comenzó la limitada producción de 75 unidades (numeradas y firmadas por Sir Sterling, como corresponde) del SLR SM entre junio y diciembre de 2009 y destinada exclusivamente a dueños de SLR.