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Probamos en Europa uno de los candidatos al COTY (Parte 1)

Renault Alpine A110 AH 131

Jean Rédéle fue quien le dio vida, para poner en marcha su negocio después de la guerra. Así, el posterior fundador de la marca Alpine aprendió a evaluar el comportamiento del vehículo con motor trasero y, también, las ventajas de su peso ligero de 600 kilos por aquel entonces.

¿Y hoy? Mr. Rédéle no querría salir del nuevo A110; no por problemas del reuma propios de la edad, sino por el placer de conducir. Pensá vos, cuando volvés a tocar apenas la leva derecha, que ordena a la caja de doble embrague rebajar de quinta a tercera, y oís al motor de cuatro cilindros petardear de manera maravillosamente grosera, como si tu oreja derecha estuviera dentro del tubo de admisión.

Pie sobre el freno; sin forzar; fácil desaceleración; con la naturalidad de disminuir la velocidad sin los servicios de un complejo sistema de discos carbocerámicos. Al girar en la curva, el Alpine A110 se inclina, se involucra; abraza la curva. No hay rudeza ni rigidez. No. El Alpine vive las curvas con confianza y familiaridad, como si se pusiera una camisa con el primer botón desabrochado y las mangas remangadas.

Sobrevirante

Mientras tanto, no da para comer medialunas, ya que el Alpine deja suelta la cola y te mantiene alerta. El 57,2 por ciento del peso recae en las ruedas traseras en formato 235/40 x18”; y cuando esos 634 kilogramos cobran vida, ahí sí que te alegrás de contar con la dirección electromecánica servoasistida meticulosamente afinada. Moderación suficiente y bastante agilidad. Es así como sabés lo que están haciendo las ruedas delanteras (205/40-18); en ese momento, dejás que la cola se deslice apenas fuera del carril y te preguntás por cuánto tiempo más el ESP en modo Track seguirá ignorando esta maniobra; solo interviene cuando tus antebrazos se tocan. ¿Y con los asistentes electrónicos completamente desactivados? Se desliza lateralmente un poco más, espectacular, pero suave. Falta un diferencial de deslizamiento limitado; por motivos de peso, dicen. De acuerdo. Es cierto, el A110 pesa, en realidad, solo 1.109 kilogramos, un valor excepcional para un deportivo bien equipado. Es un vehículo pequeño; considerá que tiene solo 4,18 m de largo, 1,80 m de ancho; 1,25 de alto, con buen espacio para dos personas rodeadas de una carrocería de aluminio cosido o remachado, según la necesidad.

Esto se evidencia en la Première Edition de serie, con asientos estándar de estructura liviana y sin posibilidad de ajuste. En sentido longitudinal, sí, eso es todo. En altura: solo con herramientas. ¿Ajuste del respaldo? Falta. Realmente falta. El respaldo es demasiado plano. Tapizado y soporte lateral: maravilloso. Notable es, sobre todo, la idoneidad para uso diario. El espacio interior es adecuado, y también la transmisión.

El motor turbo de 1,8 litros desarrolla un par máximo de 34 kgm a 2.000 rpm y una potencia de 252 cv, que la transmisión utiliza con muchas ganas, subiendo los cambios de manera muy suave y aplicando las marchas siempre de manera adecuada; nunca entra en pánico, ni siquiera en modo Sport. ¿Algo de esto se traduce en la suspensión? No. El complejo diseño con brazos triangulares dobles y amortiguadores completamente no-adaptativos absorbe sorprendentemente bien muchas de las irregularidades del camino, hasta las más gruesas. Lo hace tan bien que sorprende no ver cómo la puerta del lado del conductor se mueve dentro del marco, o escuchar aquí y allá algún crujido proveniente desde las profundidades del pequeño habitáculo.

La automotriz francesa planea la llegada del Alpine en cuestión a nuestro país pero al igual que el Mégane RS cuya fecha de llegada a la Argentina era en diciembre de este año, todavía no se tiene una fecha específica. Habrá que esperar.

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Prestaciones

0 – 100 km/h – 4.9 segundos
0 – 160 km/h – 10.7 segundos
0 – 200 km/h –  17.3 segundos
1/4 milla: 13.1 segundos (176 km/h)
Velocidad máxima: 250 km/h

Frenada

100-0 km/h  34.8 metros
130-0 km/h  57.2 metros