Opinión: Homo Argentum Rotondum, la variante máxima de estupidez vial
Una breve opinión de las rotondas en el suelo argentino y por qué la gente no cumple las normas. Todos los detalles
Leo indignación o vitoreo en función de la nueva película de Francella y no puedo evitar pensar en cómo ese gen argentino que genera tanta controversia hoy en situaciones cotidianas destruyó y vilipendió uno de los mejores inventos de infraestructura vial: las rotondas.
Hace poquito una consultora sacó un informe sobre seguridad vial que apuntala este concepto ya que afirma que “la mayoría de los argentinos tiene un buen dominio teórico de las normas viales, pero no las cumple” o sea: saben qué está mal y se cagan en las leyes y en el prójimo. En números, el análisis arrojó que el 80 % de quienes tienen licencia saben las normas pero no las respetan.
Si bien hay mil disparadores y situaciones donde eso queda de manifiesto (sin ir más lejos alguien con una licencia profesional hace unos días directamente se mandó con barrera baja y terminó impactando al tren, insólito) creo que el ejemplo más cabal es lo que pasa con el uso de las rotondas donde se dan algunas situaciones puntuales.
La primera y creo que la que más sucede es que básicamente pasa el que primerea, el que mete la trompita, el más “guapo”. Todos sabemos que si hay otro auto adentro de la rotonda este tiene prioridad, pero qué tentación y cuánta ansiedad nos da no poder avanzar, ¿nosierto?
Pero ojo, no todos los argentinos somos así. Creo que algo similar pasa cuando queremos cederle el paso a alguien que quiere cruzar pero cuando empezamos a frenar vemos que el de atrás no tiene ninguna intención de aminorar y terminamos no frenando para que no nos lleven puestos. Sintoma de esto es que el peatón está resignado a esperar a que pasen todos los vehículos asi que ni siquiera te comes la puteada.
En mi caso se da una situación muy puntual y diaria donde “mi” ingreso a la rotonda cerca de casa es a escasos metros de una de las principales salidas, lo cual genera todavía un riesgo mayor porque quienes están dentro de la rotonda -con prioridad de paso- están saliendo y por consiguiente cruzándose al carril externo para encarar la salida, lo que indica la ley. Pero justamente al estar circulando por el interno, la ansiedad de quienes vienen por mi arteria, que ven liberado el carril externo, rinde un extenso, profundo y sentido homenaje a mis antepasadas al ver que no avanzo esperando que salga el auto en la rotonda. Es tal la presión que uno termina tentado de acelerar y a otra cosa, a expensas de lo que sea. Lo más curioso, simpático y triste es que muchas veces es tal la presión de esa olla vial que los que vienen en la glorieta (gran nombre) frenan para evitar algún incidente.
Una vez escuché decir a alguien que quienes nos gobiernan no suelen transitar las calles. No tengo dudas que si alguien de tránsito es plausible de alguna de estas situaciones que me pasan a mi, a vos y a cualquier conductor que conozcas tomaría cartas en el asunto y, si las experimenta y no hace nada, directamente merece ser llevado a juicio político.
¿Cuál es la solución? Veo dos. Una no tan grata y otra costosa. La primera es poner una cámara o un vigilante/agente talonario en mano que sacuda al ansioso. Sí, es poco simpática y me van a decir de todo, pero loco somos hijos del rigor y te aseguro que cuando empiecen a volar las multas ejemplares de a poquito va a aflojar esta situación. Si viajaste a otro país (y me voy acá nomás a Uruguay, eh) sabés que si te sarpas y te mandás te comés un garrón ya sea económico o material.
La otra medida, que también saldría de nuestro bolsillo, es poner semáforos. Chau, a otra cosa. La rotonda es una solución económica y brillante pero con conductores que se plieguen a ese orden porque creeme que si las respetáramos sería mucho más fluido todo. Además, una cosa es primerear un auto que tiene derecho de paso (o me vas a decir que frenás en los PARE) y otra ignorar un semáforo en rojo.
Lo mas gracioso de todo, que sigue llamándome poderosamente la atención, es el negoción que tendrían los municipios, barrios y comunas cobrando ese tipo de comunas, pero, insisto, como no transitan las calles, no se les cae una idea más que llenar de cámaras sus dominios, una medida que pinta de cuerpo entero la ineptitud de quienes nos gobiernan.
Dudo llegar a ver una Argentina donde se respeten las rotondas, así que propongo sacarlas todas: no sirven, generan más accidentes y emparejan el tránsito más de lo que ayudan. Eso va a ser más efectivo y más económico que reeducar a toda una sociedad.