Seamos sinceros: la fantasía de un biplaza descapotable en un día radiante, los pelos al viento, suculenta potencia bajo el pie derecho y –ya que estamos– buena compañía, es eso, una fantasía. 

La realidad estival del conductor promedio tiene más que ver con caras largas, calor insoportable, aire acondicionado que no da más (pero igual aumenta el consumo de combustible) y terror a la aguja de la temperatura del motor.

Pero entre el sueño californiano y la distopía del microcentro porteño a las 14 hs hay un mundo intermedio. Y más allá de dónde te toque empuñar el volante, tenés que hacerlo con seguridad.

¿Manejar con calor es como estar alcoholizado?

Parece exagerado, pero no lo es. Los especialistas señalan que manejar con temperaturas elevadas dentro del habitáculo equivale a hacerlo alcoholizado. Más específicamente: 35° en el interior tiene un efecto similar a 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, es decir, el límite legal.

En esas condiciones, los errores de conducción aumentan un 20 % y los tiempos de reacción, un 22 %. El calor genera trastornos de atención y en la capacidad psicofísica. Según el TÜV alemán (un instituto de pruebas independiente), estos efectos explican el 17 % de los accidentes registrados en verano.

Otro dato: si afuera hace 35° y dejás el auto estacionado al sol, en una hora el interior puede alcanzar los 55°. Por eso, el que deja una mascota (descartamos que nadie dejará un ser humano) mientras se baja a hacer un trámite o las compras en el supermercado es un inconsciente.

La temperatura ideal para manejar es entre 19 y 24 grados. Si tu auto tiene climatizador automático es muy simple. Lo “clavás” en 23° (por ejemplo), activás la función “Auto” (que se encarga de mantener esa temperatura) y listo.

En caso de no tener aire acondicionado, vas a tener que bajar la ventanilla, y ahí ya es casi imprescindible que inicies el viaje bien temprano, con los primeros rayos de luz, para evitar las horas más calurosas.

Consejos para manejar con calor

  • Revisá la carga del aire acondicionado antes de encarar el viaje. Es fundamental.
  • Si podés, evitá viajar al mediodía, que es cuando más fuerte pega el sol.
  • No vayas con ventanillas ni el techo solar abierto. Cada vez que lo hagas vas a perder frío.
  • Hidratate bien. Ingerí agua antes y durante la conducción.
  • Comé liviano. Un asado antes de encarar el Camino del Desierto es lo peor que podés hacer.
  • Pará a descansar (programá dónde antes de salir). Hacelo cada 200 kilómetros o dos horas de conducción, es lo más recomendable.
  • Usá ropa suelta, liviana y de colores claros. Nunca manejes en cuero, bikini o en ojotas.
  • No estaciones al sol. Dejá las ventanillas levemente abiertas (siempre y cuando el lugar lo permita).
  • Colocá parasoles en el parabrisas y la luneta. Además de filtrar el calor conservan mejor los materiales del interior.
  • Si lo dejaste al sol, circulá las primeras cuadras con las ventanillas bajas y el aire encendido. Así facilitás que se refresque.
  • Algunos –los japoneses– recomiendan, antes de subir, abrir y cerrar unas cinco o seis veces una puerta. Aseguran que baja mucho la temperatura. La verdad, no lo probamos. Pero los japoneses la tienen clara.