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Onix, Polo y Argo: tres motorizaciones diferentes del segmento B+

El segmento B+ se modernizó en los últimos años y por eso decidimos tomar tres de los principales jugadores y probarlos al estilo auto test para que tengas más herramientas a la hora de elegir tu próximo auto. Fiat Argo, Volkswagen Polo y el novel Chevrolet Onix, mano a mano.

Aunque las miradas se posan sobre los SUV, las marcas también fueron apostando en los últimos años a sus “hermanos” hatch (y sedán). Hablamos de, entre otros, los autos que ilustran estas líneas y que, dicho sea de paso, comparten plataforma con muchos de sus hermanos crossover.

Con la llegada del nuevo Onix decidimos renovar un poco los conceptos que teníamos acerca de qué esperar en una franja del mercado que es cada vez más buscada por el público joven (y no tanto) que puede darse un pequeño lujo sin la necesidad (ni el gasto) de subirse a un mediano.

Momento. ¿Onix? ¿En este segmento? Claro, el primer signo de cómo cambiaron las cosas es que hay un Onix en el segmento de B “techo alto”. Chevrolet decidió pegar un volantazo y darle al –a esta altura clásico– modelo un refresh sustancial que incluye un crecimiento en cotas, jerarquía y equipamiento.

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Polo fue uno de los primeros estandartes de esta renovación general del segmento. Implicó un desarrollo importante en la región para “adoptar” el modelo y adaptarlo a nuestra región con un buen paquete de tecnología, como viene acostumbrando VW en sus últimos modelos.

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Fiat hizo una movida similar pero más loable: desarrolló un auto desde cero, específicamente para nuestra región, con un diseño firmado por el Centro Stile latinoamericano y, en este caso, con un look deportivo que le queda muy bien.

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Así las cosas, juntamos tres opciones interesantes que bregan por ser el próximo auto que ocupe el lugar vacío de tu cochera. Los analizamos y te damos todos los argumentos para que puedas elegir con claridad.

Motores y transmisiones

Una verdadera Torre de Babel, porque los tres guardan bajo su capot fórmulas bien distintas. En orden de cilindrada, el Onix es el que apuesta al downsizing más cabal: un moderno 1.0 de tres cilindros sobrealimentado que desarrolla 116 CV a 5.500 rpm y entrega 160 Nm. Poco rumoroso y con correa dentada bañada en aceite en lugar de cadena, que se debe reemplazar cada 240.000 km o 15 años, lo que ocurra primero.

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Lo acompaña una caja automática de seis velocidades, con un selector bien presentado, pero con la opción secuencial a la que nos viene acostumbrando Chevrolet, tipo gatillo. Si bien valoramos la opción de tenerla, nos saca un poco de ganas tener que tirar cambios de esa manera. Sensaciones buenas, con un punch en baja y más cuando entra la turbina.

Le sigue el Polo, que apela a la vieja y querida fórmula del 1.6 MSI, aspirado, de 110 CV y un par de 155 Nm. Pero ojo, no es “el motor del Gol de los 90”, como nos comentan en las redes cada vez que hablamos de él. Este block (denominado EA211) tiene algo más de cinco años en el mercado y se diferencia por varias razones con el “viejo” 1.6: es de aluminio (15 kg más liviano que el 8v), cuenta con doble árbol de levas, escape y admisión invertidos (el múltiple está integrado a la tapa), bujías posicionadas directamente en la cámara de combustión y bobinas independientes. La “mala” es que viene con correa tradicional, con lo cual va a haber que estarle encima con el mantenimiento.

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Asociado al 1.6, una Tiptronic tradicional, con un selector robusto, de lindo diseño, y la opción secuencial lateral y el plus de levas al volante. Chapeau.

Fiat fue hasta FPT y tomó un viejo conocido: el 1.8 (E.torQ Evo VIS “cadenero”) de 130 CV y 182 Nm, mismo block que fue utilizado en el pasado por el Linea, y en el presente por el Jeep Renegade. Es el único de la guía que está asociado a una transmisión manual, de cinco marchas, vástago y recorridos largos, pero de acoples agradables y silenciosos. Aspirado, se lo nota robusto en el día a día, aunque pide bastante a cambio.