Sin aire acondicionado y con 50 grados. Aventuras en Bolivia
En esta oportunidad, el Colorado Figueras nos cuenta la desopilante anécdota recorriendo la ciudad de Tarija para cubrir el Gran Premio de 1970.
En 1970 el Automóvil Club Argentino, organizador del GP de Turismo y con el Dr. César Carman de presidente, decidió que la prueba cruzara las fronteras con destino a Tarija (Bolivia). Sin duda, era un tema político y no deportivo, buscando alianzas con el AC de ese país.
El desarrollo del mismo fue muy complicado ya que las rutas bolivianas estaban en muy mal estado y ni siquiera los controles aduaneros estaban informados de la llegada de la carrera. Tampoco la ciudad tarijeña estaba en condiciones de albergar semejante cantidad de participantes y auxilios. A tal punto que el equipo oficial Fiat tuvo que “alquilar” un sanatorio para que pernoctasen buena parte de sus integrantes.
Junto al fotógrafo Carlos Agustín y el Mono Pisani, a bordo de un Peugeot 404 cedido por la terminal, encaramos la cobertura de la competencia que terminó ganando el cordobés Danilo Bonamici (Fiat 1500 Coupé) sobre el BMW 2002 del polaco Sobieslaw Zasada que había triunfado en el GP del 67 con un Porsche 911, aventajando a los Torino oficiales.
El camino hasta Tarija, desde Salta, nos demandó más de 16 horas porque las rutas estaban en pésimo estado y las indicaciones viales eran escasas o inexistentes y preguntar a algún lugareño de los caseríos aledaños al camino no era la solución porque no tenían la menor idea. Tras un día de descanso en un hotelucho y bancarnos las comidas con altas dosis de ají picante, encaramos al día siguiente hacia Formosa, final de la siguiente etapa.
Salimos temprano de la ciudad boliviana –más bien escapando– y arrancamos rumbo a Salta haciendo escala en Tartagal a mediodía. Reabastecimiento en la YPF y un frugal almuerzo en un hotel a cargo de un “gallego” de lo más amable. A eso de las dos de la tarde, luego de haber dado cuenta de un indescifrable guiso de algún animal de cuatro patas, pedimos la cuenta para seguir viaje a Formosa. El dueño del hotel/comedero nos preguntó a donde nos dirigíamos.
– Vamos rumbo a Formosa…
– ¿Por qué no se duermen una siestita en uno de los cuartos y arrancan más tarde? El camino es de tierra, muy guadaloso y en la ruta a esta hora van a tener cerca de 50 grados…
Con socarrona actitud porteña no dimos importancia al consejo. Error. Arrancamos y considerando el polvo que se levantaba cerramos todas las ventanillas y conectamos el forzador ya que el aire acondicionado, en esos años, estaba limitado a los autos de altísima gama y no a un doméstico 404.
Era tal la temperatura que soportábamos en el habitáculo que a los pocos kilómetros decidimos abrir las ventanillas para que entrara algo de aire, aunque nos bañásemos en la tierra que entraba al interior del auto. Fueron más de 500 kilómetros de guadales con un talco pegajoso y más de 45 grados en el exterior, con sol pleno que nos obligaba a transitar en segunda en muchos tramos, por lo tanto, con el indicador de temperatura en zona roja.
A eso de las siete de la tarde estacionamos en la puerta del hotel en Formosa y en la puerta, sentados tomando un café estaba el ingeniero Rafa Sierra y un colaborador del ACA. Al bajar del 404 lanzaron una carcajada interminable al vernos llenos de tierra, traspirados y muertos de calor.
– Parecen tres muñecos de chocolate- sentenció el ingeniero.
El “gallego” de Tartagal tenía razón, pero nuestra soberbia capitalina chocó con la realidad en una zona que desconocíamos y pagamos el debido tributo a la ignorancia y la soberbia.
Terminado el GP en el parque cerrado el presidente del ACA, el Dr. Carman, se acercó a Miguel Angel Galluzzi que había finalizado tercero con su Fiat 1500 y le comentó:
– ¿Vio que lindo Gran Premio organizamos?, a lo que el inefable piloto le contestó: “Sí, muy lindo para usted que viaja en helicóptero y con aire acondicionado”.
Por Carlos F. Figueras
En abril de 1966 ingresó a Editorial Abril como integrante del equipo periodístico de Corsa, revista especializada en el automovilismo deportivo. Dieciocho años más tarde pasó a ser editor de la revista Parabrisas en su relanzamiento hasta que en 1990 se retira y se transforma en uno de los fundadores de la revista Auto Test. Falleció el 4 de mayo de 2022, dejando un legado imborrable en la industria automotriz.
Cumplió más de 50 años de actividad en el periodismo especializado a lo que suma una breve carrera deportiva al volante de distintas marcas en la categoría Turismo además de haber recorrido cientos de miles de kilómetros por caminos de Argentina.