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Operativo Regatta: 14 días y más de 12.000 kilómetros

Hace casi 30 años realizamos un operativo a bordo de tres Fiat Regatta, en el cual recorrimos más de 12.000 km en solo 14 días.

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Por Carlos F. Figueras

Hace casi 30 años, en junio de 1991, cuando road test (número 8) daba sus primeros pasos antes de transformarse en auto test, realizamos un operativo Ruta 40 arrancando de Mendoza (Km 0) hacia Punta Loyola, en las cercanías de Río Gallegos, lugar donde finalizaba en esa época el tramo sur, de allí subimos hasta Abra Pampa (Jujuy) cruzando el Abra del Acay a 5.000 metros de altura y retornamos a Buenos Aires. En 14 días habíamos recorrido más de 12.000 kilómetros.

Los vehículos eran tres Fiat Regatta Tipo 1.6 debidamente acondicionados para soportar miles de kilómetros de ripio, con el apoyo logístico de una pick up Peugeot 504 de Experimental de Sevel. Si bien tuvimos algunos problemas, todos fueron solucionados en el camino y los tres autos llegaron “enteros” a Buenos Aires. En cada auto iba un solo conductor y nos comunicábamos vía handy entre las unidades a cargo de Jorge Maggi y “Mono” Pisani con Mariano, hijo de Jorge, como líbero.

Pero la razón de estas líneas se remite a lo vivido en la localidad cordillerana de Perito Moreno al norte de Santa Cruz. Una semana antes reservamos en el “Hotel Belgrano” (que era el mejorcito del lugar) para pernoctar durante una noche con temperaturas de varios grados bajo cero. Era tal el frío que para bañarnos dejábamos corriendo el agua caliente de la ducha, cerrábamos la puerta y calentarlo para poder entrar.

Después de comer en el hotel –razonablemente- se me ocurrió pedirle un whisky a la dueña que atendía el bar. Cuando le pregunté cuanto era, me pasó un valor tan ridículo que le hice saber que era mucho más del doble de lo que se pagaba en cualquier lugar de la Patagonia. La respuesta no se hizo esperar y fue rotunda como realista: “Y si…pero tendría que hacer más de 200 kilómetros, acá vale eso”.

Como remate de nuestra estadía, por la noche, tapados hasta las orejas y deseando caer en un sueño reparador, descubrimos que no sólo era un hotel familiar, también hacía las veces de “albergue transitorio”. Las paredes eran muy delgadas y el vecino de cuarto estaba en plena maratón sexual. A los pocos minutos decidimos con Pisani golpear la pared al grito de ¡Eh, queremos dormir! Al rato la maratón, por fin, había finalizado y pudimos descansar en el silencio de la noche patagónica.

Una de las tantas anécdotas que hemos vivido en nuestros extensos viajes por todo el país.

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