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Motos, monopatines eléctricos y un manejo agresivo

A la falta de acatamiento por las leyes de tránsito se suma la actitud iracunda de los conductores de motos y una gran parte de los ciclistas, algo de lo que los porteños somos testigos a diario. Y, por si no fuera suficiente, llegaron los monopatines eléctricos.

Columna Figueras

Los ciclistas han tomado las calles como propias y, por lo tanto, creen tener derecho a todo porque se transportan en un medio ecológico, mientras que nosotros, los que nos movemos en un automóvil, somos el factor contaminante del medio ambiente. Pero si un automovilista cometiera las mismas infracciones, seguramente sería multado debido a las miles de cámaras que están distribuidas por toda la ciudad. A lo sumo, cuando ese conductor tenga que renovar su licencia deberá hacerse cargo de pagar las infracciones aunque no haya sido notificado debidamente en tiempo y forma.

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La gran diferencia está en que las bicicletas no tienen patente y en consecuencia gozan de total impunidad ante la falta de controles. Algo similar está sucediendo desde hace unos meses con la aparición de los monopatines eléctricos en la ciudad de Buenos Aires, a pesar del exagerado costo de 8 pesos por minuto más 15 al retirarlo.

Como no está reglamentada su circulación –y, si lo está, nadie se enteró–, transitan por donde se les ocurre: no solo por las ciclovías, sino que también invaden sendas peatonales, no respetan semáforos y circulan a contramano por las calles, e incluso por las veredas porteñas, lo que significa un verdadero peligro para los transeúntes. Por lo tanto, cuando salga de su casa, antes de pisar la vereda, aconsejo mirar a izquierda y derecha para observar si no viene uno de estos aparatos lanzados a 25 km/h. Ni pensar si atropellan un niño…

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No es nuevo que copiamos soluciones de movilidad que funcionan en Europa, pero aquí no, debido a dos razones: una es cultural, ya que a un danés no se le ocurriría circular a fondo por las veredas de Copenhague, y la otra, porque son respetuosos de las normas. He sido testigo de varios usuarios de estos monopatines que ni siquiera pueden llevarlos en línea recta y circulan zigzagueando descontrolados.

No estoy en contra de la movilidad saludable, sí de quienes la utilizan de manera irresponsable.

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Carlos F. Figueras