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Los autos de The Beatles

Se cumplen 50 años del famoso concierto de The Beatles en la azotea de Apple Corps y eso nos dio la excusa perfecta para repasar la relación de una de las más grandes bandas de la historia con el automóvil ¿Eran fierreros los Beatles?

La lógica supone arrancar con el nombre de la banda, que remite al famoso Volkswagen aunque nada tiene que ver con los autos sino con un juego de palabras en inglés con la palabra ritmo. Así las cosas, los Fab Four nunca se alinearon a la moda de incluir autos o historias de ellos en sus canciones como por ejemplo “Maybellene”, de Chuck Berry o “Something Else” de Eddie Cochran.

Apenas se pueden encontrar algunos vestigios en sus canciones, siendo “Drive My Car”, A Day In The life (habla del accidente fatal del heredero de una conocida marca de cerveza) y Don’t Pass Me By (además de ser la primera composición de Ringo, describe brevemente un supuesto accidente) las canciones “oficiales” de la banda en hacer algun amención al mundillo que tanto nos fascina.

Lo curioso es que tras la separación, Paul y George sí metieron más autos en sus letras como solistas. Nos referimos a “Helen Wheels” (en su etapa con The Wings) y a “Faster”, respectivamente.

Pero lejos de no interesarle los autos, la banda fue llenando su garage de algunas perlitas de la época. La historia dice que Harrison en particular fue quien llegó a armar una colección impresionante.

Según el sitio Guitar Player, en sus inicios los Beatles manejaban autos lógicos: Ringo andaba en un Ford Zephyr Zodiac con baúl para cargar la batería, Paul un Ford Consul Classic y George un Ford Anglia que sería sucedido por un Jaguar Mark 2. John, por aquél entonces, no tenía licencia.

Ya en plena fama, el grupo se movía junto por cuestiones logísticas y de seguridad. El vehículo elegido fue una limusina Austin Princess que aparece en la película A Hard Day’s Night de 1964.

El idilio con Austin continuó ya que en 1967 le compraron ¡a una funeraria! un Vanden Plas Princess para convertir en limusina que terminó apareciendo en el otro film Magical Mystery Tour.

La era Mini

Hay una cuarta mención indirecta a los autos en “She’s Leaving Home”, cuando la letra habla del “hombre de Motortrade”. Se trata de Terry Doran, socio y amigo del manager de la banda Brian Epstein.

Fueron varios los Mini que adquirieron (especialmente Cooper S) que luego eran modificados (léase con lujo añadido) por la preparadora Coachbuilders, también especialista en modificar Bentleys y Rolls Royce.

John Lennon fue el último en sacar el registro. Su primer auto fue una Ferrari 330 GT, luego se hizo de un Mercedes-Benz 230 SL y también un Iso Rivolta Fidia S4. Tenía un claro gusto por los deportivos pero por sus problemas de visión y su poca pericia al volante (tuvo un choque en Escocia junto a Yoko) tuvo que contratar un chofer, relegando a los deportivos incómodos a un segundo plano en favor de vehículos más espaciosos.

Uno de ellos fue el famoso Rolls Royce psicodélico, aunque el origen de su estrafalario diseño sigue siendo incierto: hay quienes dicen que estuvo a cargo de una empresa privada y otros que fue diseñado por el cantante de The Fool. Independientemente de la mente maestra, el auto fue subastado en 1985 a 2.3 millones de dólares.

Paul McCartney siempre tuvo gusto por los Aston Martin. Tuvo un DB6 con una grabadora dentro que, según dicen, fue donde documentó los primeros bocetos de “Hey Jude”. El auto fue adquirido y restaurado en 2001 por la propia Aston y luego fue subastado. Al bajista también se le recuerdan un Lamborghini 400 GT y un Espada y un Austin Healey 3000 que supuestamente manejaba en el rumor infundado de su muerte.

El auto más raro de toda la colección probablemente sea el de Ringo, típico de baterista excéntrico. Se trataba de un Facel Vega, un auto francés limitado a 180 unidades que, en esa época era la berlina más rápida y alcanzaba los 213 km/h gracias al motor Chrysler de 390 CV. Se dice que cuando lo sacó de la concesionaria, alcanzó tal velocidad que su navegante le sugirió al grupo que hablen con él para venderlo. En 2013 se subastó a medio millón de dólares aproximadamente.

Los pronósticos no fueron errados porque en 1980, él y su mujer Barbara Bach chocaron con su Mercedes- Benz 280 SE, aunque sin mayores lesiones. Con lo que quedó del auto Ringo decidió hacer un cubo de fierros y exhibirlo como “arte” en su casa. En la era post Beatles, se dedicó a manejar todo tipo de Mercedes (SL, E AMG y CL55, entre otros).

Dejamos a Harrison para el final, porque fue el más “fierrero” de los cuatro: tal es así que solía frecuentar los premios de la F1 y hacerse amigo de leyendas como Ayrton Senna, Jackie Stewart y su compatriota James Hunt.

George tuvo muchos, pero muchos, autos impresionantes. Por su cochera pasaron Jaguar XKE, Aston Martin DB5, Ferrari 365 y Dino 246GT, un McLaren F1 (otra cosa que Clapton quiso birlarle) y hasta le compró una limusina M-B Pullman a Lennon cuando éste se fue a vivir a Nueva York. Además le gustaba manejar monopostos en pista. Era fanático de la velocidad y eso le jugó una mala pasada ya que en 1972, acompañado de Pattie Boyd, su esposa, chocó en una rotonda y volcó con su Mercedes 300.

Pero más allá de esos bólidos, de la cantidad y de la calidad, quizas el auto más recordado de los Beatles sea, paradójicamente, un Beetle estacionado sobre la mismísima Abbey Road que formó parte de una de las tapas más recordadas de la historia.