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Cuatro Ferraris y 1.802 CV turboalimentados

Quiero vale turbo

Juntamos cuatro Ferrari que en sus entrañas comparten impulsores sobrealimentados a turbina. Semejanzas, diferencias y una buena excusa para sumarnos a esta congregación increíble de 1.802 cavallinos rampantes.

Qué peso tiene la “T” como sufijo en el mundo automotor. Es que cuando refiere a “turbina” definitivamente el corazón del/la fierrero/a empieza a latir de otra manera, se agudizan los sentidos y sabemos que el caracol que está ahí debajo del capot, en cualquier momento sopla y las cosas se desmadran. Imaginate todo eso, pero en una Ferrari. Quizás otro de los nombres propios únicos en el mundo de las cuatro ruedas.

Para los más jóvenes –y con toda la lógica–, la marca del Cavallino puede ser sinónimo de bólidos. Pero de bólidos aspirados.

Sin embargo, aquellos que transitaron los 80 convivieron con la “Era Turbo” de Ferrari. Primero, la 308 GTB Turbo (a la postre “GTB Turbo”, a secas) en 1982 seguida por la legendaria GTO, en 1984, y la F40 (de las preferidas del staff de Auto Plus), en 1987. Y más cerca en el tiempo, la 488 GTB, el reemplazo de la 458 que vino con dos turbinas bajo el brazo. Así pues, reunimos esa terna de exponentes ochentonas y las vinculamos con el revival más idóneo de aquella época a turbina de Ferrari.

OCHENTOSAS

La primera vuelta fue con la GTB, de la que apenas se produjeron 308 unidades, la mayoría destinadas a clientes itálicos. No bien giramos la llave (¿arranque por botón? Por favor…) sentimos el increíble ronquido del motor; llama la atención que la máxima entrega de potencia sea a 6.500 rpm. A 4.000 vueltas, el ruido agudo del motor se convierte en un silbido y cuando llegamos a las 7.000 los 254 CV empiezan a empujar muy fuerte.

La 288 GTO sigue esa línea. 288 por su cilindrada (2.8) y GTO abreviando Gran Turismo Omologata (homologada). Apenas se hicieron 272 unidades que le dieron luz verde a Ferrari para adentrarse en el famoso Grupo B del Campeonato de Rally, aunque casi al mismo tiempo se desactivó esa categoría y los autos salieron a la venta.
Debido a su mayor cilindrada en relación con la GTB Turbo, podría esperarse un sonido un poco más ronco por parte de la GTO, aunque el V8 emite algo más relacionado al mundo del automovilismo, más deportivo.
Además, la 288 es algo más progresiva. Hasta las 4.000 rpm la entrega es pareja, unas vueltas después todo se desmadra de golpe: con los dos turbos en carga plena (1,2 bar), los 400 CV hacen su aparición y la butaca nos tiene que sostener para no sentir el impacto de los equinos.

LA MÁS RAMPANTE

Hasta que llegó la F40 (87-92). Ferrari nunca ocultó su verdadera intención: ofrecer el modelo de calle más parecido posible a uno de pista. Prueba de esto es que su interior y su dotación son algo espartanas, y su tirada se limitó a 1.311 unidades. El dato: fue la última Ferrari que aprobó personalmente el gran Enzo.
Su impulsor es un derivado del GTO, 2,9 litros, aunque con algunas diferencias. Para empezar, desarrolla 478 CV (!), que entrega entre las 4.000 y 7.000 vueltas, de manera algo progresiva, pero con una cadencia realmente asombrosa: todo pasa demasiado rápido en la F40.

Es difícil imaginar otro vehículo que se acerque tanto al mundo del automovilismo. Fue una época en que la marca recibió insólitas “quejas” de sus clientes, apuntadas a cómo los autos de Maranello eran cada vez más lujosos y menos deportivos. Ese fue la génesis de esta F40, un vehículo que hasta la fecha era la prueba empírica de que los autos de pista podían tener su clon para la ciudad. Fue el ejemplo más cabal, indiscutido… hasta hace pocos años.
Con su 3.9 biturbo e increíbles 670 CV de potencia, la 488 GTB tuvo como misión ocupar el trono de la F40.

La potencia y su monstruoso torque de ¡77,5 kgm! están disponibles desde el primer contacto con el acelerador. Una vez activado el control de largada, se dispara la cuenta regresiva y con los dedos apoyados en las levas al volante esperamos que la alerta sonora dé el OK para pisar a fondo el pedal derecho.
A las cifras nos remitimos: apenas 3 segundos para el 0 a 100, y 25 y monedas para alcanzar los 300 km/h. Si está a las alturas de la F40 es una cuestión meramente subjetiva. Opiniones, amantes y detractores, sobran. Nosotros, nos limitamos a admirar, contemplar y, siempre que tengamos la posibilidad, a manejar.

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