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Figueras opina: sobre ruidos y revoleos

Casi todos los estudios que se han realizado indican que Buenos Aires es una de las ciudades más ruidosas de Latinoamérica.

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Recuerdo que, en mi juventud, la “onda” era ir a una casa de caños de escape para que sacaran un caño adicional por debajo de la puerta trasera antes del silenciador. Como circular con escape libre estaba prohibido, por las dudas, en el caso de un control policial la salida lateral contaba con una rosca para poder anularlo mediante una tuerca. Todo parece indicar que esa reglamentación ya no existe.

A los ruidos molestos que producen los colectivos, los camiones recolectores de residuos y los portacontenedores (muchos de los cuales no han pasado ni por la vereda de la VTV), se suman las motos de baja cilindrada, en especial las de los “motoqueros”, a los que en los últimos tiempos se sumaron los que cargan sobre sus espaldas esas mochilas con las que realizan todo tipo de entregas. Por su parte, un buen porcentaje de propietarios de Harley Davidson (sin silenciador) también producen un insoportable sonido que solo les encanta a los adoradores de la marca. Pero el ruido más molesto lo producen los motores de baja potencia y cilindrada que giran a muchas revoluciones generando un demencial sonido agudo.

Por otra parte, en los controles que realiza la Policía de Tránsito con los motociclistas, solo observan que usen casco y tengan los papeles en orden. El nivel de sonido del escape no figura en la lista. Es un importante aporte para que la ciudad de Buenos Aires sea aún más ruidosa y potenciar el mal humor de todos los porteños.