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Choques de frente: décimas de segundo que te pueden salvar la vida

Nuestro director Carlos Figueras nos cuenta sobre la importancia de evitar un choque de frente y lo fatal que puede llegar a ser.

Figueras

En los últimos meses, las redes y la prensa en general dan cuenta de una cantidad alarmante de accidentes automovilísticos en rutas nacionales y provinciales. A esto se suma que, durante el invierno, las nevadas y bajas temperaturas en la zona de la Patagonia hicieron que el hielo que se forma sobre el asfalto fuese la causa de decenas de despistes, muchos de ellos fatales. Para colmo, las alertas de las autoridades acerca de la obligación del uso de cadenas no son respetadas.

Lo más llamativo es que una buena parte de los siniestros han tenido como denominador común choques frontales, que casi sin excepción tienen como resultado víctimas mortales. ¿Por qué se producen este tipo de accidentes? ¿Irresponsabilidad? ¿Imprudencia? ¿Falta de experiencia? ¿Problemas de cálculo o de visión de uno de los conductores? En cada uno de estos interrogantes puede estar la respuesta.

Hace muchos años, Gastón Perkins –reconocido piloto en el automovilismo deportivo desde la década del 60– me dio una definición que me quedó grabada para siempre. “Antes que chocar de frente, es preferible tirarse a la banquina opuesta o volcar, si vas con el cinturón de seguridad abrochado las consecuencias suelen ser menores, pero de frente no tenés salvación”. Por supuesto que tomar esta decisión en décimas de segundos requiere un alto grado de experiencia, reflejos y mente fría. “Lo importante es bajar a la banquina lo antes posible, de esa forma le anunciás al que viene de frente cuál es tu maniobra… si esperás a último momento, es posible que ambos choquen de frente, pero en la banquina”.

Más allá de este comentario, lo más importante es tener la seguridad de que se puede efectuar el sobrepaso calculando la distancia, la velocidad del que circula en sentido contrario, y conocer la respuesta de nuestro auto en el proceso de aceleración bajando un cambio para disponer de mayor reacción. Ante la menor vacilación, abortar la maniobra y esperar a que la ruta se despeje.

Sin duda, esto tiene validez ante una situación extrema. Por esa razón lo más sensato es evitarlas y conducir con prudencia en la ruta. No siempre el que va más rápido llega antes. Algunas veces no llega…

Carlos F. Figueras