noticias |

Carlos Figueras: Otros tiempos, otros autos

Nuestro director recuerda sus primeros autos y aquellos que lo desvelaban. Además, algunos recuerdos de su época competitiva.

A mediados de la década del 60 con mis juveniles veinte años vivía en Devoto y nos juntábamos en el boliche que estaba frente a la estación del San Martín. Eramos media docena de enfermos por los autos y la velocidad. Del grupo hubo varios que debido a sus posibilidades económicas –bah…la de los padres probaron suerte en el automovilismo deportivo, como en mi caso, con dispares resultados. Las conversaciones giraban siempre sobre el mismo tema y el grupo se dividía entre los fanáticos de Ferrari y los de Porsche o entre Jim Clark y John Surtees en veladas que terminaban cuando el gallego nos echaba pasada la medianoche.

Por esos años ya estaba establecida la “guerra” entre Fiat y Peugeot que junto con los Alfa Giulietta eran los ejemplos de los autos más codiciados y veloces. Observando el tema a la distancia las velocidades que desarrollaban esos autos hoy no podrían hacerle frente ni a un doméstico Volkswagen Gol. En condiciones standard, tal como se retiraba del concesionario, ningún Fiat 1500, un 404 o un Alfa superaban los 160 km/h ya que no llegaban a los 80 caballos de potencia. Por esos años había comprado con ciertos sacrificios un Volvo PV544 del año 62 (que no pasaba de los 160) con el que viajaba a Mar del Plata los fines de semana con mi novia. La ruta 2 era angosta pero no había controles, ni fotomultas y el tránsito fuera de temporada era casi nulo. Esto permitía bajar las cuatro horas punto-punto que era el tiempo a batir para todos los “enfermitos” como nosotros.

Ni hablemos de los autos de menor cilindrada. Los NSU Prinz, los De Carlo y los Isard llegaban a una velocidad máxima de entre 110 y 120 de serie. Con la preparación para competir en Turismo Anexo J esos valores se incrementaban entre un 10 y 15%. Cuando decidí correr el Gran Premio del 66 recurrí a un preparador experimentado en ese tipo de motores de dos cilindros opuestos más parecidos a los de una moto que a un auto.

Con el motor listo para encarar el GP lo fuimos aprobar junto a Bressano a la autopista de Ezeiza que era la pista de pruebas en los días anteriores a la largada. Cronómetro en mano confirmamos que nuestro Isard 700 llegaba a los ¡128 km/h!, velocidad que nos permitió llegar en la primera etapa en el puesto 36º sobre 72 arribados y a 100 km/h de promedio entre Pilar y Carlos Paz. Pero en el automovilismo deportivo siempre hubo mitómanos y mentirosos que sueltos de cuerpo aseguraban que su De Carlo Coupé andaban a más de 150. O los que corrían con Auto Union que aseguraban que su “DK” viajaba a más de 170 en las rectas o los que aseguraban que su Fiat 1500 llegaba a los 180. Mientras tanto, unos años antes, se habían inscripto en dos ocasiones cuatro autos del equipo oficial de Mercedes-Benz de Stuttgart que ganaron sin competidores a la vista. ¿Cuánto andaban? Apenas superaban los 200 pero su fuerte era la confiabilidad lo que les aseguraba el triunfo en las ocasiones que visitaron estas tierras. Mi amigo Atilio Viale que fue escolta de los MB, me comentaba que su Volvo 122S del team oficial sueco llegaba con suerte a los 185.

Como se puede ver esas velocidades hoy son las de un auto del segmento B o un SUV compacto con 110 o 115 CV que se utiliza todos los días de casa al trabajo. Esto da una idea del progreso que se ha registrado en estos años con respecto a los que considerábamos los “deportivos” más deseados de la época. Pese a todo, esos autos que en muchos casos no llegaban a los 50 CV, fueron los que sirvieron para que muchos de esa generación hiciéramos las primeras armas al volante practicando el “punta y taco”. Y no les quepa dudas que nos divertíamos tanto como hoy al manejar un BMW M3 o un Mercedes AMG.

Otros tiempos, otros autos.

Carlos F. Figueras